La Razón (Cataluña)

Martínez-Almeida o la barba que no pudo ser

Diario de un viejo que le grita al televisor

- Jesús Amilibia

Falete ha perdido 30 kilos. ¿Quién se los encontrará? El caso es que el popular artista renuncia a las grasas como el alcalde Martínez- Almeida a la barba. El alcalde tenía un proyecto de barba, bah, cuatro pelillos, y en un alarde democrátic­o sin parangón consultó sobre su aspecto al equipo de concejalas y no le gustó ni a una sola, cuentan. Y se rasuró. Lo extraño es que ni Rita Maestre ni Mar Espinar, sus más firmes y afiladas opositoras, le hayan recriminad­o aún el gesto: señor alcalde, ¿por qué no consultó también con los concejales? Estamos ante un grave caso de discrimina­ción sexual, le podrían acusar. ¿Acaso ellos, todos los concejales, no tienen derecho a opinar sobre su proyecto facial y capilar? ¿Interpreta quizá que opinar sobre su barba es cosa exclusivam­ente femenina? ¿El hecho de que quisiera ser un alcalde con toda la barba delata el inconscien­te deseo de abandonar su imagen de barbilindo para ganar autoridad y prestancia heteropatr­iarcal? ¿Pretendía convertirs­e en Barba Azul? ¿Era el inicio de una «operación trans»?

Y así hasta el infinito y más allá, acusándolo de barbián y barbado machista. No ha sucedido, ya digo. La oposición no ha estado al loro esta vez. De cualquier forma, el alcalde tendría que sopesar sus cambios de imagen, o sea, que si le apetece teñirse el cabello de color castaño caramelo, que se lleva mucho esta temporada, quizá debería pensar en organizar un referéndum en el Ayuntamien­to, digo yo. Aunque eso tiene sus riesgos. Martínez-Almeida aún puede con un rubio oxigenado, un azul cenizo o un rosado neón, pero ¿y si la oposición gana y le obliga a llevar extensione­s arco iris?

Solo pensarlo, los pelos de punta.

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