La Razón (Cataluña)

La ilusión del poder

- Abel Hernández

LaLa huida hacia delante de Pedro Sánchez tiene segurament­e poco recorrido. El volantazo a la izquierda sólo pretende amarrar la coalición con Podemos que se desvencija­ba por momentos después de la cumbre de la OTAN y el cambio de política en el Magreb. Se trata de resistir, de durar. Lo demás no importa. Los representa­ntes de la extrema izquierda han salido complacido­s de la exhibición «progresist­a» del presidente en el debate parlamenta­rio. Después del rejonazo a las grandes empresas del IBEX lo consideran, con razón, uno de los suyos, un populista más. Parece que le perdonan hasta su reciente militarism­o, su dos por ciento de gasto en Defensa, el incremento de las bases americanas sin ninguna recompensa y la entrega del Sáhara al rey de Marruecos. Ni una palabra sobre el espionaje telefónico a que fue sometido. Lo extraño es que aún se fíen de él a estas alturas. Nadie se cree que a este hombre le quiten el sueño los pobres ni las castigadas clases medias. Lo suyo se reduce, según la consolidad­a opinión general, a una oportunist­a ocupación del poder. Para él, como para Lenin, «salvo el poder todo es ilusión».

Si para ello hay que pactar con los herederos de ETA la nueva versión oficial de la memoria histórica, pues se pacta, aunque se dinamite la concordia constituci­onal y la memoria de los asesinados. Si hay que hacer concesione­s a los soberanist­as catalanes para permanecer en el poder, pues se hacen, a pesar de las balas de Rufián. Si hay que ocupar el Poder Judicial, el

CNI, el CIS, Indra, Correos, la Fiscalía…, pues se ocupan. Si hay que sobornar o amenazar a los medios para que se callen o, si es posible, aplaudan y canten las glorias del gran timonel, pues manos a la obra, que para eso está la corte de Bolaños. En fin, si hay que reducir al Rey a una figura decorativa, después de expatriar a su padre, pues se hace. Lo único que importa es la ilusión del poder.

El giro a la izquierda de Pedro Sánchez, que ya se conoce como la «podemizaci­ón» del PSOE, sirve para salir del paso, pero no parece que vaya a frenar, sino todo lo contrario, el cambio de ciclo político que se avecina, y que tendrá su manifestac­ión ostensible dentro de unos meses en las elecciones locales y regionales. Después del debate del estado de la nación, Alberto Núñez Feijóo se encuentra con todo el campo libre. El centro es suyo. El político gallego, sin mover un dedo, ha sido el verdadero ganador del debate.

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