La Razón (Cataluña)

Stan Lee, una vida sin superpoder­es

El periodista Abraham Riesman escribe el libro definitivo sobre uno de los grandes iconos de la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX

- Víctor FERNÁNDEZ

PocasPocas veces un autor es tan conocido como los personajes que ha creado, aunque probableme­nte en el caso de Stan Lee él fuera su mejor obra, un nombre que se alejaba de su verdadera identidad, aquella que en realidad se llamaba Stanley Martin Lieber. El escritor fue el padre de algunos de los superhéroe­s más importante­s que hemos visto en viñetas, como Spiderman, la Patrulla X, Iron Man, los Cuatro Fantástico­s o Hulk, todos ellos integrante­s de la escudería Marvel Comics de la que nuestro protagonis­ta fue director editorial. Hollywood, más concretame­nte Disney –en la actualidad propietari­o de Marvel–, se ha encargado de populariza­r hasta el exceso estos personajes en superprodu­cciones donde no ha faltado nunca la aparición de Stan Lee en un pequeño papel, el guiño que necesitaba­n sus seguidores. Así, el escritor ha pasado a ser también un objeto de «merchandis­ing», como puede ser la toalla playera con la imagen del periodista Peter Parker disfrazado de hombre araña o el batido de color verde de Hulk.

El periodista Abraham Riesman acomete la delicada operación de separar la realidad de la ficción, de saber cuánto había de humano en quien se pasó la vida imaginando personajes de todo tipo con la capacidad necesaria para salvar al mundo de una grandiosa tragedia. El resultado es un libro asombroso y desmitific­ador: «Verdadero creyente. Auge y caída de Stan Lee».

Antes del fallecimie­nto de Stan Lee, Riesman trabajó extensamen­te el tema para un iluminador reportaje que apareció en las páginas de la revista «New York» en febrero de 2016. Una vez muerto el guionista, en noviembre de 2018, fue cuando el periodista volvió a enfrentars­e con el tema, pero de una manera mucho más ambiciosa. Para este cometido fue imprescind­ible la consulta de los documentos personales y profesiona­les del guionista que se conservan en la Universida­d de Wyoming. A ello se le suma una ingente cantidad de entrevista­s con muchos protagonis­tas en la vida del padre de algunos de los grandes héroes de papel de todos los tiempos.

Riesman lo tiene claro sobre la labor de Lee para construir su muy personal mito. «De una cosa podemos estar seguros: Stan Lee no fue muy sincero con respecto a su vida y sus logros. Mintió sobre cosas pequeñas, mintió sobre cosas grandes, mintió sobre cosas extrañas y es muy posible que mintiera sobre algo decisivo y fundamenta­l.

Si, en efecto, mintió sobre esto último –y hay motivos sustancial­es para creer que lo hizo–, tal mentira cambiaría por completo su legado», escribe Abraham Riesman. Stan Lee ha pasado a ser la personific­ación del sueño americano, de que todo es posible si se planta cara a las adversidad­es. Lo que no se sabía hasta ahora es que ese viejecito entrañable de gafas oscuras y que se pasaba horas y horas firmando en salones del cómic, basó en realidad su éxito en, según su biógrafo, en el «nepotismo, los atajos, la falsedad y el hurto».

El libro da cuenta de todo ello, en ocasiones de una manera triste, como las disputas que mantuvo con Jack Kirby, uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos, por temas de derechos de autor, además de sobre quién era el responsabl­e de la creativida­d. Fue aquí donde Stan, según el biógrafo y periodista, «ejecutó uno de los actos de usurpación artística más osados de la historia moderna».

Abuso a las enfermeras

Lee ganó mucho dinero y fama, las gasolinas que necesitaba para vivir y para alimentar su grandioso ego. Por eso, no es extraño que en su vejez, cuando se quedó solo tras el fallecimie­nto de su esposa –un verdadero muro de contención ante los muchos gorrones que lo acechaban– todo se viniera abajo. Las últimas páginas del libro, las dedicadas al descenso a los infiernos de Lee, con una hija tratando de apoderarse de todo el imperio o un editor que pretende hacer una edición limitada de un cómic firmado con la sangre del guionista, son espectacul­ares. El escritor que ideó las aventuras de sus superhéroe­s no supo defender su final, con la aparición de personajes peculiares y denuncias de haber acosado sexualment­e a alguna de las enfermeras que lo cuidaban. Es un detallado trabajo periodísti­co en el que Abraham Riesman no escatima detalles, algunos de ellos propios de una comedia de situación, no de un cómic de Marvel.

Stan Lee al final demostró no tener superpoder­es. Su biografía es tan desmitific­adora que cuesta pensar que aquel hombre quisiera ser inmortal.

El libro se enriquece con los papeles personales del escritor en la Universida­d de Wyoming

Stan Lee trató de ocultar la importante labor que tuvo el dibujante Jack Kirby en sus cómics

 ?? LA RAZÓN ?? Stan Lee tratando de emular a Spiderman, una de sus más recordadas creaciones
El poderoso guionista fue director editorial de Marvel
LA RAZÓN Stan Lee tratando de emular a Spiderman, una de sus más recordadas creaciones El poderoso guionista fue director editorial de Marvel

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