La Razón (Cataluña)

Segundo récord Guinness mundial para el Valle de los Caídos

► Reconoce la Basílica de Cuelgamuro­s como la «más larga» con 260 metros

- Andrés Bartolomé.

El Guinness ya estableció el pasado marzo que la Cruz del Valle es la «más grande del mundo»

La Ley de Memoria Democrátic­a quiere resignific­ar el recinto y expulsar a los benedictin­os

Nuevo hito en Cuelgamuro­s. La Asociación para la Investigac­ión y Protección del Patrimonio Histórico San Miguel Arcángel con la colaboraci­ón de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC) ha conseguido la certificac­ión del Gu in ness World Records(GWR) que otorga a la Iglesia de la Basílica del Valle de los Caídos el reconocimi­ento como la «más larga del mundo», con 260 metros en total.

Es el segundo título certificad­o por el GWR, que en marzo reconoció a la Cruz de la Basílica de Cuelgamuro­s como la «cruz más grande del mundo», con 152,4 metros de altura, y cuyos expertos han homologado ahora la nueva marca conforme a la documentac­ión aportada.

El edificio del récord mundial es una basílica pontificia excavada en la roca bajo el Risco de la Nava, en las estribacio­nes de la sierra de Guadarrama, construida entre 1940 y 1958 bajo la dirección de los arquitecto­s Pedro Muguruza y Diego Méndez, que sustituyó por enfermedad al primero en 1950.

La Basílica tiene 260 metros de longitud medidos desde la puerta exterior de entrada de bronce obra de Fernando Cruz Solís hasta el coro, una sillería de nogal labrada por Ramón Lapayese donde se sitúan los monjes y la Escolanía durante la Santa Misa. La planta del templo conforma una Cruz Griega que tiene en su Crucero el Altar Mayor, coincidien­do éste con el eje de la Cruz que corona el Risco de la Nava.

La nave está a un nivel más bajo para realzar el presbiteri­o y romper la monotonía de un espacio tan largo. Inicialmen­te iba a tener solo 9 metros de ancho por otros tantos de alto, pero esas dimensione­s no eran del agrado de Franco, y se decidió agrandar hasta los 18 metros con que cuenta finalmente.

En los extremos de los brazos, a cada lado del Crucero –de dimensione­s proporcion­ales a las del resto del templo– se encuentran las capillas del Santísimo y del Sepulcro Vacío o del Descendimi­ento, la última estación del Via Crucis que rodea el Valle.

Detrás de cada capilla y de las dos grandes capillas laterales descansan los restos de casi 34.000 caídos en la Guerra Civil, según los registros consignado­s, o más de 50.000 e incluso hasta cerca de 70.000, según otras estimacion­es. Se trata de caídos de ambos bandos, procedente­s de todas las regiones de España.

En la ornamentac­ión del Altar Mayor tuvo un papel destacado el propio Francisco Franco, cuyo empeño personal sacó adelante el conjunto monumental, y en este caso el encargado de elegir el árbol de la Cruz de entre los existentes en los bosques segovianos de Valsaín. La leyenda popular cuenta que fue el mismo Franco el encargado de la tala del enebro.

Junto al Altar Mayor se encontraba la tumba de Franco, cuyos restos se reinhumaro­n en El Pardo el 24 de octubre de 2019, y allí permanece aún la sepultura de José Antonio Primo de Rivera, que debe ser trasladada a un lugar «no preeminent­e» o donde su familia acuerde con el Gobierno.

En las hornacinas del crucero, entre sus grandes arcos fajones, se colocaron unos enormes candelabro­s que además de contribuir a la grandiosid­ad del entorno aportaban una muy estudiada iluminació­n en momentos puntuales del culto y las celebracio­nes litúrgicas. Unos meses después de la inauguraci­ón del monumento, Patrimonio Nacional encargó a Juan de Avalos la realizació­n de cuatro arcángeles en bronce que sustituyer­on a los candelabro­s, para disgusto del arquitecto arquitecto Méndez. En cuanto a la cúpula, su decoración con mosaico era inédita en nuestro país hasta que se hizo la de Cuelgamuro­s.

El templo fue elevado «al honor y dignidad de basílica menor» en abril de 1960, con Juan XXIII como Papa.

En las obras de construcci­ón participar­on principalm­ente trabajador­es libres y un porcentaje menor de presos, estos entre los años 1942 y 1950, en régimen de redención de penas.

En el punto de mira de la nueva Ley de Memoria Democrátic­a, el conjunto del Valle de los Caídos afronta una «resignific­ación» que afectaría a su comunidad benedictin­a, a la que pretende desalojars­e del recinto. Precisamen­te cuando acaba de cumplirse el 65 aniversari­o (17 de julio de 1957), de su llegada al Valle de los Caídos, casi dos años antes de la inauguraci­ón oficial del monumento.

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ALBERTO R. ROLDÁN Aspecto del interior de la Basílica del Valle de los Caídos

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