La Razón (Cataluña)

La etapa de hoy, que

Podría considerar­se de aproximaci­ón, tiene trampa, es una emboscada

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y hay rampas con picos de hasta el 18 por ciento. Como subida, ideal para que Pogacar intente la reconquist­a del amarillo frente a Vingegaard, que no estará tan bien rodeado como estos últimos días. Además de la pendiente, el puerto agrega una dificultad añadida: la carretera. Es estrecha. Muy estrecha. Apenas caben dos o tres ciclistas en paralelo, y con la gente que a buen seguro se agolpará en las cunetas, el paso es todavía más angosto. Cualquier error de colocación se puede pagar, y esta vez UAE sí tiene gente para poder pelearle la posición a Jumbo.

Eso sí: el calor le viene mejor a Vingegaard que al esloveno. Por otro lado, el tercer actor que debe entrar en el show es Ineos. Llevan todo el Tour a la defensiva, pero están en la posición que querían. Y ellos sí tienen el equipo al completo, además con Castroviej­o y Martínez recuperand­o sensacione­s. En algún momento pasarán a la acción, y en esta carrera hemos visto ya que con un golpe bien asestado puede ser suficiente.

A decir verdad, el único de los grandes puertos de los Pirineos que va a faltar en este Tour será el Tourmalet. Precisamen­te el más icónico. Pero todos los demás clásicos van a estar presentes tanto el mañana como el pasado.

Con una cima relativame­nte nueva como Peyragudes, que se sube por una vertiente distinta de la de Peyresourd­e, la etapa del miércoles deja un encadenado de lo más «vintage» en un día que será muy corto, de apenas 129 kilómeCon

kilómeCon una primera mitad totalmente plana para que los equipos se desgasten en la fuga, el Col D’Aspin será la primera dificultad, encadenada con la Hourquette D’Ancizan. Y tras unos kilómetros llanos llegará el encadenado de Val Louron –donde Indurain cimentó su primer Tour en 1991– y el final de Peyragudes, con los 800 metros finales al 16 por ciento.

Y para el jueves otra ración de fijos en una jornada con la misma arquitectu­ra. Cortita, de 143 kilómetros, y con la primera mitad plana. Después, el Col D’Aubisque por Gourette, con ocho kilómetros cercanos al 9-10 por ciento. Se encadena con Spandelles, que no es ningún «best seller» del ciclismo pero tiene una media superior al ocho por ciento, y se acaba en Hautacam. Si el miércoles se sube el puerto donde comenzó la leyenda de Indurain, sólo un día después se atacará la cima en la que sucumbió cinco años después.

Hay terreno de sobra. Vingegaard tiene colchón, pero su equipo ya no es superior. Hay actores secundario­s que van a interferir en esa lucha. Hará mucho calor. Vienen los Pirineos y el que caiga ya no tendrá tiempo de levantarse.

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EFE Vingegaard llega a la última semana del Tour como líder

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