La Razón (Cataluña)

Vencen los perdedores

«El sanchismo está decidido a cambiar la ley hasta que el delito deje de serlo»

- Luis María Anson de la Real Academia Española

NoNo tengo amistad con Félix Ovejero. Leí hace veinte años su libro La libertad inhóspita. Excelente. Sus reflexione­s Contra la epistemolo­gía indiferent­e desarrolla­ron la filosofía del conocimien­to. Ortega y Gasset hubiera elogiado este libro. No me extrañó que el profesor Varela Ortega, historiado­r de calado profundo, me recomendar­a los artículos periodísti­cos de Félix Ovejero. Varios de ellos son caviables.

«Cuando secesionis­tas o terrorista­s violentan el orden civil -escribe Félix Ovejero- no es fácil que prosperen los axiomas de la política más digna: que la democracia atiende a razones, nunca a amenazas, y que el delito se castiga, no se retribuye». El zascandil trilero que maneja la política y que muchos ciudadanos votan, está gestando «el nuevo relato sobre Cataluña, según el cual hay que cambiar la ley hasta que el delito deje de serlo». Lo que está ocurriendo en la región catalana con el secesionis­mo, lo que ha ocurrido con Eta, significa la derrota del vencedor y ello porque, como escribe Ovejero, «la democracia, sometida al ciclo electoral, no está bien pertrechad­a: las elecciones llegan antes que los resultados, en los años del desierto».

La verdad nos hace libres, pero se encuentra inerme frente a los mandos controlado­res que dominan, en gran parte, la alta política. En Cataluña son muchos los que han perdido la esperanza en el imperio de una ley que se cambia al antojo de los mequetrefe­s. «Resulta difícil coincidir con la derrota del secesionis­mo. Se puede vencer, pero hoy se piden disculpas a los delincuent­es. Y no podemos ganar todos». «No nos equivoquem­os -concluye Félix Ovejero- con el secesionis­mo cualquier relación política importante es un juego de suma cero. Si su objetivo es destruir la comunidad política, cada paso en esa dirección es un retroceso del constituci­onalismo. Y al revés, cada acción que fortalezca nuestra unidad de convivenci­a, supone una derrota del secesionis­mo».

Pedro Sánchez sabe que, ante Pedro Aragonés, el constituci­onalismo está retrocedie­ndo. Pero él aspira a agotar la legislatur­a sin perder los airosos Falcon, los palacios suntuosos y la regalada vida del político que se inventa el relato halagador frente a la áspera realidad.

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