La Razón (Cataluña)

Salir de pobres

- Cristina López Schlichtin­g

ComoComo todas las culturas antiguas, Andalucía es un pueblo de formas. Importa la ropa, es relevante la fiesta pública, las apariencia­s influyen. Se equivoca quien piensa que eso rige sólo para los ricos, los burgueses de El Limonar de Málaga o los Remedios de Sevilla. Los pobres andaluces juzgan con severidad a los que se desclasan: el que hace ostentació­n, levanta la nariz, mira por encima del hombro, es despreciad­o. Por eso triunfaba Susana Díaz, porque tenía el desahogo de decir que se había casado con «un tieso», un administra­tivo mileurista. La gente se identifica­ba con esta mujer con su poquito de chonismo, su vocerío resuelto, su brilli-brilli, a la que la madre llevaba pucheros a casa desde el otro lado de la calle. Yo también, he de decirlo. Pero, además del imperio de la apariencia, ocurre –en Andalucía y en todas partes–, que hay doblez. Susana Díaz, hija de fontanero y ama de casa, era tan «aparatchik» como pueda serlo Juanma Moreno. Ninguno conoce más oficio que el de la política. Ella, desde los 17, él desde los 19. En realidad, si ella es de familia popular, tanto más lo son los miembros del matrimonio Moreno, porque él es hijo de inmigrante­s en Barcelona (¿hay algo más andaluz?) y ella, de agricultor­es. Lo único es que éstos últimos siempre han querido salir de pobres, en lugar de hacer carrera de ello. Se les nota en la ropa y la actitud, pero no sólo. Manuela Villena, la mujer de Moreno, tiene 27 matrículas de honor en la carrera de Políticas y ha trabajado con Siso Michavila en Gad3. El cambio político de Susana a Juanma es también sociológic­o. Es el paso de la Andalucía de los «tiesos» a la Andalucía que quiere prosperar y sabe que puede. El cambio de los que se resignan a ser los últimos y reclaman la justicia que les correspond­e por su miseria, a los que quieren ser primeros y están dispuestos a trabajar a muerte para ello. La nueva pareja en San Telmo es guapa, tiene glamour, hace deporte, fomenta la moda andaluza, vive con discreción y ama la fiesta. Trabaja mucho y constituye un modelo «pijo-normal», yo diría incluso, «pijo progre». Dudo mucho que los votantes se sepan los programas de PP y PSOE, los votantes no leen los programas. En cambio, creo que se identifica­n con una Andalucía a la vanguardia, capaz de poner productos excelentes en el mercado internacio­nal, de competir según estándares exigentes. Capaz de esforzarse para ser lo que merece. ¿Qué más da si el padre era pastor o abogado? Andalucía ya no quiere ser «hija de».

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