Deuda, trampa y maldición
Opinión
GeorgeBernardShaw(1856-1950),GeorgeBernardShaw(1856-1950), dramatugo irlandés, premio Nobel (1925) iba, creía que «las deudas son como cualquier otra trampa en la que es muy fácil de caer, pero de la que es dificilísimo salir». «Pleitos tengas tengas y los ganes», afirma una conocida maldición gitana y en la que subyace que un pleito es siempre un problema aunque se salga airoso de él. La deuda pública española alcanzó en el mes de mayo un nuevo record absoluto a llegar a la fabulosa y desorbitada cantidad de 1,456 billones –con «b» de barbaridad– de euros. Nunca los españoles debieron más ni, con toda probabilidad, tardarán más en pagarla. «Bienaventurados los jóvenes porque ellos heredarán la deuda», dijo en una ocasión Herbert Hoover (1874-1964), el presidente americano al que le estalló la histórica crisis bursátil de 1929, que dio origen a la larga depresión americana de los años treinta del siglo XX.
Otro presidente, el sexto, John Quincy Adams (1767-1848), había advertido en el primer tercio del siglo XIX que «hay dos formas de conquistas y esclavizar una nación. Una es la espada. La otra es la deuda».
La economía española, desde la Gran Recesión de 2008 es «deudo dependiente». Los sucesivos déficits obligan a un endeudamiento cada vez mayor y, por otra parte, imprescindible para pagar pensiones, salarios de los funcionarios y la sanidad y la educación, entre otras cosas. Hasta ahora, las políticas extraordinaria mente laxas del Banco Central Europeo (BCE), con tipos de interés negativos, han permitido que España pueda colocar su deuda a un coste míniparte mo en los últimos años. Sin embargo, esa etapa termina el próximo jueves, cuando el BCE adopte la primera subida de tipos de interés en un decenio, una subida que irá seguida de otras para luchar contra la inflación. España tendrá más problemas para endeudarse y, además, le resultará mas caro. La estrategia y la esperanza del Gobierno de Sánchez –que descarta ahorros, porque supone gastar menos– es que el crecimiento de la economía haga que la deuda, aunque enorme, represente menos en las cuentas del Estado. Sin embargo, nadie puede garantizarlo, mientras la deuda, trampa y maldición, sube y sube, acabará por esclavizar al país y la heredarán los jóvenes.