La Razón (Cataluña)

«Son llamas de 20 metros, todavía está lejos de controlars­e»

► Una capataz que trabaja contra el incendio de Zamora explica las dificultad­es

- Laura L. Álvarez. MADRID

Irene Fernández tiene 59 años y lleva 27 años luchando contra las llamas. Es capataz de una cuadrilla de extinción de incendios que trabaja estos días en el incendio forestal de Losacio (Zamora) y está preocupada porque todavía lo ve muy lejos de estar controlado. La decena de miembros de su cuadrilla ya trabajaron hace un mes contra el incendio de la Sierra de la Culebra, donde se calcinaron 25.000 hectáreas y, aunque suponían que el verano y el fuego no habían hecho más que comenzar, no imaginaban que en Losacio se declararía uno que ya está cerca de alcanzar las 30.000 hectáreas. El cansacio acumulado por las jornadas maratonian­as –descansan un rato solo ratos cuando se lo pide el cuerpo– se une a la impotencia de ver que por más que trabajen y echen horas, aquello no mejora.

«Este año tenemos todos los factores en contra: está toda la vegetación muy seca, unido a la sequía del invierno y a las anteriores. Y eso se va acumulando. Eso, unido a unas temperatur­as terribles, con dos olas de calor y vientos cambiantes, hacen que no podamos hacernos con él», explica en mitad de un descanso en la localidad de Perilla de Castro.

Pero de todos estos factores, el más peligroso una vez que ya se ha declarado el incendio forestal es el de los vientos tan fuertes y, sobre todo cambiantes. «Es lo peor, porque elaboras una estretegia y a la media hora hay que cambiarla porque ha cambiado el viento y ya no vale para nada todo lo planeado. Es frustante: ves que trabajas y trabajas para ver si lo sujetamos cuanto antes y se te va yendo de las manos». En un fuego «normal», asegura, se plantea una línea de trabajo y se puede calcular aproximada­mente el tiempo en perimetrar pero no en este caso, cuando está fuera de control y, lo peor, lejos de ser controlado.

Otro de los factores del rápido avance de este fuego es que, según la profesiona­l, se ha quemado mucho cereal y eso es un combustibl­e muy poderoso para el fuego. También se ha quemado mucha encina alta, lo que ha provocado llamas de hasta 20 metros.

«Cuando las llamas son tan altas un ataque directo es inviable. Normalment­e se trabaja con extintores y herramient­as de remate para hacer zanjas de un metro de ancho pero cuando son llamas de estas dimensione­s hay que ir con máquinas buldócer, que tienen una pala de cinco metros, e incluso doblar las pasadas porque se tienen que hacer cortafuego­s de hasta siete y diez metros para frenar el avance de las llamas».

Los vientos cambiantes obligan a variar las estrategia­s de extinción

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LA RAZÓN Irene Fernández

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