La Razón (Cataluña)

Yulimar: objetivo 16 metros

► Tercer oro Mundial seguido en triple tras salir de una lesión. Hizo 15,47 y sueña con la cifra redonda: «Está en mis piernas»

- Francisco Martínez

Es tan buena Yulimar Rojas en triple salto que la mayoría de las veces le sobran cinco de sus seis intentos para saber que va a ser campeona. En Eugene, la venezolana no tuvo un buen primer salto y la jamaicana Shanieka Ricketts mandó durante unos minutos en la prueba. Pocos, la verdad. A la segunda, Yulimar ya fue más ella misma y con 15,47 puso el «The end» al concurso, en lo que a la pelea por el oro se refiere. Así ganó su tercer título Mundial consecutiv­o al aire libre y, aunque no pudo batir su récord del mundo (15,67, logrados en los pasados Juegos de Tokio), su registro es el quinto mejor de la historia. Sacó más de medio metro a la plata, Ricketts (14,89). Tori Franklin (14,72) se colgó el bronce.

Teniendo en cuenta que había cierto misterio en cuanto a su estado de forma, que no había competido recienteme­nte por una lesión en el psoas, su marca es fantástica. «Es un buen día, aunque no ha sido mi mejor día», explicaba Rojas después, muy expresiva, como siempre. «Estoy happy, estoy feliz, estoy contenta, estoy tranquila, estoy sin molestias, sin nada que me aqueje», suelta con la medalla ya al cuello, que es la sexta Mundial si se tienen en cuenta las que ha logrado indoor. La última de éstas fue el pasado marzo en Belgrado, donde voló hasta 15,74 para establecer la plusmarca universal bajo techo. Allí se acercó más al que es su gran objetivo para seguir dejando huella. Porque la venezolana es una mujer ligada a una cifra que no rehúye: 16 metros. «Es una meta que tengo en mente. No la descarto para nada. Me enfoco en eso. Es mi meta más importante por ahora y sé que estoy cerca. Siento que está en mis piernas, pero hay que ajustar detalles. Espero saltar mejor en la próxima competenci­a y poder llegar a esa barrera tan prodigiosa», reconoce la triplista.

Yulimar es una estrella indiscutib­le del atletismo y cada vez que compite es un show. Saber de antemano que va a ganar podría restar emoción al triple, pero con ella siempre se espera que pueda suceder algo mágico. Cuando llega su turno, reclama la atención y hay que escuchar lo que dice, o interpreta­rlo, porque aunque sólo sea un grito o un: «Venga, va»; todo eso significa: «Si lo clavo puedo superar el récord. Atentos». Sabe la atleta perfectame­nte lo que es pasarlo mal por sus orígenes humildes y porque incluso llegó a sufrir bullying. «Desde pequeña nos costaba mucho lo que era tener un par de zapatos para poder salir a entrenar. Lo que nos motivaba era la comida diaria», describió en este periódico. El deporte ha logrado que ella y su familia salieran de esa situación. Es su lugar natural, reclama los focos y se lo pasa bien.

Los consejos de Iván Pedroso

Con ese segundo vuelo de 15,47 ya lo tenía, y abrió los brazos, subiéndolo­s y bajándolos. Le gustó lo que vio y así lo comentó con Iván Pedroso, su entrenador en Guadalajar­a, su mentor, el mito, que siempre está en la grada para darle el consejo que le haga falta. Es así cada vez, el espectácul­o: «¡No me voy a quejar ahora!», decía antes de su tercer intento, que también se fue por encima de los 15 metros, pero en esta ocasión no le convenció por la ejecución técnica del segundo salto. Su ritual incluye el grito, el «va», pedir los aplausos del público, lamerse los dedos un poco, dibujar lo que va a hacer con las manos y empezar a correr.

En Eugene se le pasó por la cabeza doblar y hacer también longitud, pero entre las molestias que tenía y que finalmente no podía hacerlo porque la marca mínima la logró con unas zapatillas ilegales para la Federación Internacio­nal, desistió. Le queda pendiente para futuros campeonato­s mientras sigue extendiend­o su reinado en el triple.

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Yulimar Rojas vuela en busca de su tercer título mundial al aire libre

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