La Razón (Cataluña)

«Mi padre esperó a que saliera de ‘‘MasterChef’’ y se fue conociéndo­me al 100%»

La ganadora de la 10ª edición de «Masterchef» se sincera sobre su futuro

- Gerardo Granda.

MaríaMaría Lo se convirtió este lunes en la vencedora de la décima edición de «MasterChef» venciendo a Verónica en una ajustadísi­ma final. La ganadora de los 100.000 euros habla con LA RAZÓN de su pasado, cómo la ha marcado su padre, recienteme­nte fallecido, y sus planes de futuro.

Desde que ganó, ¿qué ha hecho, aparte de morderse la lengua?

Eso me ha costado bastante, porque hay expertos en intentar sacarte lo que sea. Me he dedicado a las redes sociales, porque quería darme a conocer y que la gente siguiera disfrutand­o del tipo de cocina que hago, porque al fin y al cabo es lo que me apasiona. Sí que es verdad que al mismo tiempo, en paralelo, no he parado de darle vueltas a la cabeza y empezar a crear proyectos que tengo en mente.

¿Dedicará los 100.000 euros del premio a esos proyectos?

El dinero te juro que lo que no voy es a malgastarl­o en comprarme un coche. Si lo gasto, lo haré invirtiend­o en mis ideas y mi proyecto. Todo relacionad­o siempre con la gastronomí­a. Igual lo uso en un delivery en Barcelona con los platos míos que más me gustan. Más a largo plazo, montar mi restaurant­e chiquitill­o donde pueda servir mis platos y emocionar a la gente.

El delivery en Barcelona, ¿el restaurant­e allí o en Cádiz?

Eso todavía no lo sé ni yo, pero tiraría más para una zona pequeñita. No sería en una ciudad grande. Igual será en Tarragona porque tenemos un terrenillo allí y mi pareja y yo también queremos hacer aceite de oliva. O abrirlo en Cádiz, que son mis raíces y me encantaría...

¿Y un viaje con su pareja?

A Malta me voy a llevar a mi madre, que es un premio que gané, pero igual sí que me gasto un poquito de dinero para irme a Japón con mi pareja. Nos encanta comer, y Japón tiene que ser una maravilla.

Para la edición de su libro de recetas, ¿qué lo hará suyo?

Voy a centrarlo en una cocina tradiciona­l, donde se premia mucho el producto y los platos que se cocinan con tiempo. A día de hoy no tenemos mucho tiempo, pero creo que deberíamos parar y dedicar tiempo a cosas tan bonitas como la cocina. Le voy a dar la esencia esa mía también por el tipo de platos que son, tradición total, pero que irán mucho a platillos de Cádiz y platos andaluces.

Pepe le recordó en la final su preocupaci­ón por la ascendenci­a asiática...

No tanto preocupaci­ón, sino lo que me ha transmitid­o mi padre desde chiquitill­a. Vino a España y de alguna manera creo que huía un poco de sus raíces. Me lo enseñó y siempre he tenido ese respeto a la parte asiática. Pero oye, me estoy dando cuenta de que en el postre que hice en la final, (que lo probabas y estaba de llorar), el meter esas partes asiáticas en los platos, a lo mejor más tradiciona­les...

Insiste en que tiene mucha autoexigen­cia

Desde pequeñita; también eso ha venido de mi padre, siempre me decía: «Oye tú, tienes que hacer las cosas bien para no destacar mucho». Porque él vivió ser del primer grupo de chinos en llegar a España y que la gente lo señalase, y ese miedo me lo pasó un poco a mí. Ha sido como un arma de doble filo total, porque toda la vida he llevado ese nivel de exigencia que cuando no lo controlas, pues eso mismo, te descontrol­a, y te acaba pesando. «MasterChef» realmente me ha dado las herramient­as para regular eso. Ese ha sido para mí el aprendizaj­e más heavy y lo que me llevo a nivel personal. También el ser exigente ha hecho que yo tuviese un punto de inflexión y dijese «tía, María, espabila, date aire, quiérete, respétate y date cuenta de que de un error se aprende. Y cáete las veces que sea que es la única manera que tienes para aprender».

¿Qué se lleva de los jueces?

Samantha siempre está ahí; parece que es la que está más a un lado, pero es súper cercana en el trato, y tiene en esa parte del catering que que me apasiona. De Pepe me llevo esa generosida­d que tiene y todo lo que se emociona y está todo el día llorando. Y de Jordi, que me siento muy identifica­da con él; para mí siempre ha sido un mentor.

Su padre pudo verla como ganadora antes de fallecer.

Fue algo que me pareció muy bonito y le agradezco a mi familia toda la templanza que han tenido durante todo el programa. Mi padre decidió no contarme que a la segunda semana de entrar en «MasterChef» tuvo un bajón porque le encontraro­n una infección. Estuvo dos meses y medio, casi tres, bastante malito, pero le dijo a mi madre: «Juana, lo último que quiero (y a mi pareja también se lo dijo) es que la niña se entere de mi estado. Quiero que viva su vida y que disfrute este momento porque es lo que siempre ha querido, y, por favor, protegedla». Me parece el acto más bondadoso y de amor que te puede dar un padre: olvidarse de él mismo y pensar solo en ti. Tuve la suerte de salir de «MasterChef» y pasar esa última semana con él. Tengo clarísimo que se hubiese ido antes, pero dijo «aquí me quedo yo hasta ver a mi hija». Me acuerdo de entrar en el hospital , abrir los ojos y verle el brillo y la cara de «ya está aquí mi niña»: de paz, de tranquilid­ad y encima de orgullo. Y lo más importante que me dio «MasterChef», fue decirle a mi padre quién era yo, que tenía novia y era feliz con ello. Se ha ido conociéndo­me al 100%, orgulloso, tranquilo y en paz.

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EFE

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