La Razón (Cataluña)

Sunak y Truss: la batalla final de los «tories»

► La exministra de Exteriores logra colarse en la última votación gracias al apoyo del núcleo duro del partido

- Celia Maza.

Entre Boris Johnson y Liz Truss hay demasiados paralelism­os. Y no solo por su habilidad ante el oportunism­o, los «affaires» extramarit­ales, su populismo, su pasión por las fiestas y su intención por violar el pacto del Brexit cerrado con la UE ante la polémica por los nuevos controles aduaneros en Irlanda del Norte. Paradójica­mente, la titular de la diplomacia británica hizo en su día campaña por la permanenci­a en el bloque. No por convicción, sino porque pensaba que sería la opción ganadora. Pero tras el triunfo del divorcio, no tardó en cambiarse de bando. Por lo tanto, cuando el aún primer ministro salga definitiva­mente de Downing Street el próximo mes de septiembre es posible que los británicos no noten mucho cambio en la transición de Gobierno porque la «ambición rubia número 1» puede ser sustituida ahora por «la ambición rubia número 2».

Tras un inicio más que flojo en las primarias del Partido Conservado­r, la ministra de Exteriores logró colarse ayer en la final gracias al apoyo del núcleo duro de la formación. Los afiliados tendrán que decidir ahora entre Truss o el ex Chancellor Rishi Sunak, que tras liderar todas las votaciones anteriores, tenía prácticame­nte asegurado su puesto en la criba final. Ayer se hizo con 137 votos. El próximo inquilino de Downing Street será por tanto o una mujer (la tercera en gobernar el país) o el primer mandatario británico de origen indio.

El ganador se anunciará el próximo 5 de septiembre. De momento, es la responsabl­e de la diplomacia británica quien lidera las encuestas entre las bases. Pero nada puede darse por hecho en las primarias másimprede­cibles–ytambiénmá­s sucias– de toda la historia. A lo largo de todo el proceso, la ex secretaria de Estado de Comercio, Penny Mordaunt, había sido la gran protagonis­ta. Partió como una gran desconocid­a para el público. Pero con una campaña centrada en el patriotism­o, con pinceladas también un liberalism­o social que recuerda a Cameron, un discurso pro inmigració­n y pro LGBTI se acabó convirtien­do en la gran favorita de los afiliados, algo que no dejaba de sorprender­teniendoen­cuentaque en su mayoría son blancos, mayores de 65 años, anti inmigració­n y un tanto desconcert­ados por el cambio social.

Ante su ascenso, el núcleo duro entró en pánico. No podían permitir que la próxima inquilina del Número 10 fuera una política centrista que en pleno debate parlamenta­rio sobre la nueva ley de baja de maternidad hablara de «personas» en lugar de «mujeres» o «madres». Por lo que en las últimas 24 horas se organizaro­n para conseguir que Truss –fiel hasta el último momento a Boris Johnson– llegara a la final. Finalmente se hizo con 113 votos frente a los 105 de Mordaunt.

Entre los dos finalistas existe gran animadvers­ión por lo que las próximas semanas se espera una batalla de ataques y reproches. Sunak y Truss no pueden tener estilos más distintos y políticas más diferentes. Con una inflación que ha llegado ya al 9,4% en junio, un nuevo máximo en 40 años, y el pronóstico del Banco de Inglaterra de que podría alcanzar el 11%, el ex Chancellor considera que ahora no es el momento de reducir los impuestos. Truss, sin embargo, no opina lo mismo. Respecto a las tensiones con la UE sobre la polémica por el Protocolo de Irlanda del Norte ante los nuevos controles aduaneros, Sunak no está especialme­nte cómodo con la amenaza realizada por el Ejecutivo de violar el pacto del Brexit cerrado con Bruselas. Sobre todo porque eso podría derivar en una guerra comercial en un momento especialme­nte crítico para la economía. Sin embargo, la ministra de Exteriores –que está ahora al mando de las negociacio­nes– fue la que presentó en la Cámara de los Comunes la propuesta de ley con la que se quiere cambiar ahora de manera unilateral lo pactado con la UE. La camarilla de Johnson tiene claro que apoyará a Truss. Y ya no solo por el Brexit, sino porque consideran que fue la dimisión del ministro del Tesoro lo que desencaden­ó el motín que terminó forzando su renuncia.

El excéntrico político protagoniz­ó ayer su última sesión de control en la Cámara de los Comunes. Johnson dijo que la misión de su Gobierno se había «cumplido» en gran medida y dio consejos para sus sucesores: «Mantenerse cerca de los estadounid­enses y los ucranianos y seguir defendiend­o la libertad». Fiel a su estilo hasta el final, su última frase ante los diputados fue: «Hasta la vista, baby». Literal. La gran parte de sus filas se levantó a aplaudir con una gran ovación. Aunque hubo excepcione­s, como Theresa May.

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