La Razón (Cataluña)

Cambio en la Fiscalía General

- Rodrigo Rato

ElEl Gobierno ha anunciado el cambio en la Fiscalía General del Estado, una de las responsabi­lidades jurídicas y políticas más relevantes. Es más que probable que esta propuesta reciba el aval del Consejo General del Poder Judicial, que en todo caso no es vinculante, como tampoco lo es la opinión del Congreso. Estamos pues ante una nueva etapa.

Momento único para plantearse qué cambios serían necesarios en esta institució­n para alejarla de los hábitos inquisitor­iales y corporativ­os que la dominan. Yo no soy un jurista, pero los últimos diez años de mi vida he estado y estoy sometido a procedimie­ntos penales en los que he descubiert­o realidades que desconocía en más 25 años de vida pública.

El principal obstáculo del nuevo fiscal serán los propios fiscales, cómodos y orgullosos por no tener en sus filas ni a uno solo de sus miembros condenado por algún motivo. Pero sin otra forma de ejercer sus responsabi­lidades, la calidad de nuestra Justicia se está resintiend­o gravemente.

Todos los antecesore­s del nuevo fiscal general Álvaro García Ortiz han insistido en que las investigac­iones prospectiv­as están prohibidas, como recoge la ley, aunque la Fiscalía General nunca ha denunciado que sean un delito cuando se efectúan, cosa que sucede con más asiduidad de la que se conoce públicamen­te. Los tribunales desautoriz­an con demasiada frecuencia estas investigac­iones realizadas por parte de determinad­os fiscales, unas rotundas descalific­aciones que lamentable­mente no llevan aparejadas ni siquiera la condena en costas a la Fiscalía. Buen momento para que el nuevo fiscal proponga una figura delictiva por la investigac­ión prospectiv­a por parte de fiscales, o al menos sanciones reglamenta­rias muy graves y compensaci­ones a las víctimas. Todavía con más motivo debería pronunciar­se respecto a las investigac­iones secretas, a menudo denunciada­s en sentencias pero sin consecuenc­ias para los funcionari­os que las ejecutan.

Las filtracion­es de sumarios secretos son el delito más flagrante y menos perseguido de nuestra realidad jurídica. No es perseguido aunque se denuncie formalment­e, con el argumento de que «se desconoce quién lo ha cometido». Razonamien­to sorprenden­te porque sólo pueden ser responsabl­es de su comisión el instructor o el fiscal.¿ Se compromete­rá el nuevo fiscal general a su persecució­n automática, establecie­ndo un responsabl­e directo en su equipo?

Sorprende mucho al conocer el estatuto fiscal la brevedad de los plazos de prescripci­ón, que para las infraccion­es muy graves es de dos años desde su comisión. Si esto se compara con el promedio de instrucció­n de un sumario, se comprueba la imposibili­dad material de que un imputado pueda hacer uso de este derecho. ¿Se atreverá el nuevo fiscal general a modificar estos plazos?

Según la memoria de la Fiscalía General, el número de causas pactadas se acerca al 50%. Es ésta una práctica extraña a nuestro ordenamien­to, pero cada vez más usual. ¿No debería la institució­n darle máxima transparen­cia, especifica­ndo tipos, hechos, cuantías, para ofrecérsel­a a todo ciudadano, con una ventanilla pública al efecto?

Dentro de estos acuerdos muchos se producen con demasiada, muchísima frecuencia, con presos preventivo­s a los que se les ofrece, mientras están en la cárcel, un acuerdo de culpabilid­ad por el tiempo ya cumplido en prisión preventiva, más una multa simbólica. ¿Es legítimo negociar con una persona privada de libertad? ¿ No serán coacciones? ¿Cómo puede mantenerse una situación de prisión preventiva, que tiene tres causas tasadas, con este tipo de ofertas?

La Fiscalía General y todas sus fiscalías dependient­es tienen cada vez medios humanos y técnicos más importante­s a su servicio. Lamentable­mente, estos siguen investigan­do cuando una causa cuando ya ha intervenid­o un juez, de espaldas al instructor y a la defensa. ¿Podría el nuevo fiscal general imponer criterios claros y transparen­tes sobre esta cuestión?

La jurisprude­ncia debería ser aplicada por la Administra­ción de oficio, como también la prescripci­ón. Máxime en un cuerpo jerarquiza­do como la Fiscalía. ¿Puede el nuevo fiscal general garantizar que será así, bajo responsabi­lidades disciplina­rias y pagos en costa en caso contrario?

¿Las detencione­s llevadas a cabo por los fiscales deben hacerse con la presencia de la prensa y ser previament­e anunciadas? En España son numerosos los casos en los que las actuacione­s de la Fiscalía Anticorrup­ción y de la UCO van acompañada­s por cámaras de televisión. ¿Puede cambiar esta práctica el nuevo fiscal general?

La igualdad ante la ley es un principio fundamenta­l de cualquier sistema democrátic­o. Nuestro Tribunal Constituci­onal reiteradam­ente ha establecid­o que la discrimina­ción por « alarma social» es inadmisibl­e. Sin embargo, a menudo los fiscales utilizan este concepto en sus argumentac­iones y no se oponen a su uso en resolucion­es judiciales. Dado que la Fiscalía es un cuerpo jerárquico, ¿cambiará el nuevo fiscal general esta práctica?

En el debate público sobre la justicia en España sobresale la preocupaci­ón por su politizaci­ón, pero quizás sea tan grave como eso el corporativ­ismo. Suerte señor fiscal general, mucho del bien común depende de que su institució­n supere su estado actual. De usted depende.

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