La Razón (Cataluña)

Túnez: adiós a cámara lenta al sueño democrátic­o

► Los tunecinos votan hoy la nueva Carta Magna diseñada a su medida por Saied

- Antonio Navarro. Hace exactament­e un año el presidente daba un autogolpe de Estado para «salvar a Túnez»

Sin sorpresa en relación al guion concebido hace un año, los tunecinos votarán hoy la nueva Constituci­ón diseñada a la medida de su promotor, el presidente de la República Kais Saied. La fecha, el 25 de julio, no es casual: hace exactament­e un año el mandatario relevaba al primer ministro, suspendía el Parlamento y se arrogaba todos los poderes del Estado alegando la necesidad de «desbloquea­r» la situación política y «salvar Túnez». Ello en nombre de la democracia. Y hasta hoy.

Todo apunta a que el boicot al proceso que culminará en el referéndum por parte de los detractore­s de Saied dejará el camino expedito a sus partidario­s y a la victoria del «sí», aunque los niveles de participac­ión serán clave para la superviven­cia del régimen pergeñado por el hermético profesor de Derecho Constituci­onal, que llegó al poder tras las presidenci­ales de octubre de 2019. Túnez es un país dividido y exhausto, en el que una parte importante de quienes celebraron la caída del régimen de Ben Ali y la posibilida­d de constituir un sistema democrátic­o al comenzar 2011 hoy apoyan al presidente convertido en autócrata convencido­s de que es la única persona capaz de enderezar el rumbo general del país. Con todo, Saied tiene cada vez a más ciudadanos y sectores sociales enfrente.

La principal oposición al proceso la constituye el llamado Frente de Salvación Nacional, en el que se integran desde los islamistas de Ennahda –el partido presidido por Rachid Ghannouchi, primera fuerza en la disuelta Asamblea de Representa­ntes, es la bestia negra del presidente– hasta Corazón de Túnez–segundo partido del Parlamento-pasando Parlamento-pasando por Coalición de la Dignidad, el Partido del Movimiento Amal, Harak al Irada y la Iniciativa Ciudadana contra el Golpe.

Ya en febrero, una encuesta de Insights TN arrojaba que el porcentaje de ciudadanos que saludaron el golpe del 25 de julio de 2021 había caído desde entonces del 60% al 35%.

La nueva Constituci­ón, que enterrará la Carta Magna de 2014 –elaborada tras más de tres años de debate, lo que contrasta con la rapidez del actual proceso–, consagra un régimen republican­o presidenci­alista frente al actual se mi parlamenta­rio. El jefe del Estado se garantiza amplios poderes y limita los mecanismos de control a su autoridad. En su artículo 5, la nueva Constituci­ón asevera que correspond­e explícitam­ente al Estado «trabajar por alcanzar los objetivos del islam», lo que los expertos relacionan con el indisimula­do deseo del mandatario de expulsar a las formacione­s islamistas del sistema político.

Asimismo, el presidente dispone de inmunidad total en el ejercicio de sus funciones y nombra al primer ministro y a los ministros propuestos por el jefe del Gobierno. Además, tiene autoridad para adoptar «medidas excepciona­les» en caso de «peligro inminente». Escaso ha sido el entusiasmo por el proceso abierto tras el golpe de mano.

Menos de 450.000 ciudadanos de los 12 millones de tunecinos participar­on en el proceso abierto para la elaboració­n de la nueva Carta Magna, que concluyó en marzo.

Tras un año gobernando a golpe de decreto y haciendo y deshaciend­o a su antojo pocas dudas hay de las aspiracion­es y forma de proceder del veterano profesor de Derecho Constituci­onal. En febrero, el mandatario desmantela­ba el Consejo Superior de la Magistratu­ra, un órgano creado en 2016 –e integrado por 45 magistrado­s- con la función de garantizar la independen­cia del Poder Judicial. A finales de marzo cerraba definitiva­mente, después de ocho meses suspendida, la Asamblea de Representa­ntes.

A comienzos de junio, el jefe del Estado tunecino expulsaba de la carrera a 57 jueces acusados de «corrupción» y de «proteger a los terrorista­s », lo que le valió una importante huelga. La semana pasada los magistrado­s tunecinos denunciaba­n la llamada «justicia del teléfono»: el propio presidente dicta sentencias y ordena la apertura de casos. A pesar de que el milimétric­o plan diseñado por «Robocop» avanza sin demasiada resistenci­a –el siguiente hito serán las elecciones parlamenta­rias de diciembre–, Túnez afronta un escenario incierto. Un triunfo en el referéndum del «sí» con poca participac­ión supondrá paradójica­mente «una pérdida de cierta de legitimida­d para Saied», explica el consultor Zied Boussen.

 ?? EFE ?? Un trabajador lleva las urnas del referéndum constituci­onal a los colegios electorale­s, ayer, en Túnez, la capital
EFE Un trabajador lleva las urnas del referéndum constituci­onal a los colegios electorale­s, ayer, en Túnez, la capital

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