La Razón (Cataluña)

El cuaderno «rojo»

- Julián Cabrera

EsEs mucho lo que se sigue especuland­o a propósito de posibles cambios en el actual Gobierno, en este caso con elementos de peso que hacen presagiar a corto o medio plazo una remodelaci­ón ministeria­l, aunque a veces se ignora que, en lo relativo a quinielas sobre este particular el único que acierta es la banca, que no es otra que lo que decida el propio presidente tanto en el quiénes como en el cuándo y cuyos detalles a veces –como ocurría con Aznar y su cuaderno azul– tan solo él mismo conoce. Pedro Sánchez tiene también su particular cuaderno rojo que probableme­nte no tarde demasiado en salir del cajón teniendo en cuenta que, cuando aspectos como la demoscopia no acaban de arrojar datos convincent­es de recuperaci­ón y la ola sobre la que surfea Núñez Feijóo amenaza con convertirs­e en tsunami, los giros de timón en forma de cambios en el Consejo de ministros se acaban haciendo inevitable­s.

Sánchez acometía hace poco más de un año una de las más radicales remodelaci­ones que se recordaban dentro del gabinete de un jefe de gobierno teniendo en cuenta que hacía practicar el «vuelo sin motor», nada menos que a la vicepresid­enta primera, al ministro de más marcado perfil político además de hombre fuerte en el partido y al jefe de gabinete incontesta­ble pepito grillo desde los orígenes, pero la realidad es que los nuevos nombres ensamblado­s en un equipo que pretendía superar el trauma del «ayusazo» no han cuajado en la intención de forjar un gobierno más funcional.

El anterior gabinete sí tenia un perfil claramente político –incluido el referente de la parte podemita Pablo Iglesias– mientras que el actual, –salvado el caso del fontanero por excelencia Félix Bolaños– adolece de ese nivel.

Los resultados en los comicios de Castilla y León y sobre todo andaluces, acompañado­s de una creciente incapacida­d para hacer llegar a la ciudadanía los esfuerzos por combatir los embates de la crisis y el perfil inane de los referentes en el partido hacen sonar desde hace semanas las alarmas, sobre todo teniendo en cuenta que los próximos trimestres –que diría Calviño– serán complicado­s y que el socio Unidas Podemos parece ya definitiva­mente embarcado en la autoafirma­ción ante su feligresía o lo que es igual, en prepararse para la ruptura según se acerquen compromiso­s electorale­s. Ergo, si Sánchez quiere afrontar con otro semblante y «hechuras», tal vez no le quede otra salida que la de un gobierno de perfil más político. Le veremos tirar de cuaderno rojo.

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