Esta filosofía
entre ellas la toma de decisiones, la falacia y los sesgos. Y le presentamos el proyecto al editor Roger Domingo. Ese planteamiento inicial, por distintos motivos, evoluciona hasta convertirse en “El Pequeño libro de la filosofía estoica”. Nos dimos cuenta de que hay un montón de aspectos de la toma de decisiones que llevamos aplicando y enseñando durante mucho tiempo y que están muy relacionadas con el estoicismo». «Hubo un momento», tercia Javier G. Recuenco, ingeniero y profesor también, experto en personotecnia, «en que pensamos en titularlo Estoicismo para CEOS. Y es que, como cada vez que vuelve el estoicismo, las cosas se están poniendo peliagudas y las decisiones a tomar son cada vez más complicadas. Pero no encajaba demasiado en la colección. Lo que teníamos claro es que el ángulo filosófico estaba ya más que cubierto, y no es nuestra formación. El ángulo de la autoayuda también, y no nos veíamos demasiado en ese registro. Pero vimos que realmente había una posibilidad de utilidad práctica, aplicable además a contextos profesionales».
«Descubrimos entonces», prosigue Guillermo, «que el estoicismo es una disciplina práctica y bastante maleable, que vuelve cíclicamente en determinados momentos adaptándose a las situaciones y necesidades del contexto concreto del momento, pero que hay una base que siempre se mantiene».
«La clave –añade De Haro– es que el estoicismo siempre vuelve porque llega un momento en que se necesitan sus herramientas prácticas prácticas para enfrentarse a este entorno cíclico. Cuando hablamos de los ciclos nos referimos a los ciclos históricos. Saber que la historia se repite y no poder hacer nada puede llegar a ser desesperante. Y aquí entra el estoicismo».
Para De Haro, cualquier tiempo pasado no fue mejor, solo anterior. «La gran diferencia, y la suerte, de nuestro siglo», dice, «es que al aumentar la esperanza de vida podemos hablar con nuestros mayores, tenemos mucha gente mayor a nuestro alrededor. Y estas personas nos pueden contar, no ya lo que ocurrió que ya nos lo cuentan los libros, sino cómo lo vivieron ellos, cómo se sintieron las personas en ese momento. Esa información es muy valiosa y nos puede ser de mucha utilidad. Yo recomiendo mucho hablar con la gente mayor, porque nos estamos perdiendo sobre todo cómo ellos se sintieron».
La historia ignorada
Y pese a eso, pese a que sabemos que las cosas ya han pasado, se ignoran los ciclos, se ignoran los patrones, se ignora la historia. Parece el adanismo un signo del momento. «Es parte del pack para poder creerse uno el alfa y el omega de la civilización, un niño Dios, el que va a traer el cambio a la humanidad –asegura Javier– pero el estoicismo, tan sobrio, te pone rápidamente en tu sitio».
«En realidad –añade después– los dos grandes problemas que nos encontramos son, la desaparición del hombre de Estado y la irrupción del arte performativo. Del primero, ya no encontramos esa persona que tomaba sus decisiones y anteponía el servicio público, el interés general, a su propio interés personal. Del segundo, ahora todo no interesa tanto en su esencia como en su presencia: son los gestos, es el teatro, la carcamacola… La batalla cultural es completamente performativa y hay quien lo ha entendido perfectamente, como Ayuso, que ha comprendido que esto es performance. Y claro, hay que afrontarfuentes,