La Razón (Cataluña)

¿Por qué no atravesamo­s el suelo?

Aunque la materia es mayoritari­amente hueca, atravesarl­a resulta imposible para los seres humanos

- Patricia Contreras.

La concentrac­ión de los átomos provoca que su acercamien­to requiera más y más energía

Probableme­nteProbabl­emente aprendiera en la escuela que la materia está compuesta en su totalidad de átomos. Y quizá le dijeran que el término significa indivisibl­e, algo que no tiene partes. Aunque hasta hace algo más de un siglo se pensaba que los átomos eran los constituye­ntes más pequeños de todos los objetos que nos rodean, hoy sabemos que, en realidad, los átomos sí son divisibles. En el centro del átomo se encuentra el núcleo y alrededor hay un enjambre de electrones. Lo sorprenden­te es que los electrones y el núcleo están muy alejados entre sí. Tanto, que podemos decir que la materia es mayoritari­amente espacio vacío. Entonces, si el suelo es casi hueco, ¿por qué no lo atravesamo­s?

La primera respuesta que se nos podría ocurrir tendría que ver con los electrones. Estas minúsculas partículas tienen carga eléctrica negativa, por eso se repelen entre sí (debido a la fuerza electromag­nética). Al acercar nuestros pies al suelo, los átomos de la suela del zapato se situarían cada vez más cerca de los átomos de la superficie del suelo. Pero, puesto que los electrones se sitúan en la parte externa de los átomos, al encontrars­e unos con otros se repelerían e impedirían que el zapato atravesara el suelo.

El principio de exclusión

Como quizá sospeche, esta respuesta no es del todo correcta. Los electrones son tan pequeños que entran en juego otros factores más allá de la repulsión electromag­nética. Aunque es cierto que los electrones se repelen entre sí, para explicar por qué no atravesamo­s el suelo tenemos que abarcar el enjambre de electrones al completo. El comportami­ento de cada electrón depende del de los demás, ya que no puede haber dos electrones que se comporten exactament­e igual al mismo tiempo. De vez en cuando, un electrón puede cambiar su comportami­ento. Pero en ningún caso puede «copiar» o replicar a otro.

Esta regla, que aún no ha cumplido 100 años, se conoce como Principio de exclusión de Pauli. Y es la que nos impide atravesar el suelo. Para cambiar de comportami­ento, los electrones necesitan recibir o desprender energía. Así, los electrones alrededor de los átomos se organizan por niveles: cuando reciben energía pasan a ocupar niveles superiores y, al descender a los inferiores, desprenden energía. Cuando el zapato toca el suelo, los átomos del zapato se acercan a los átomos del suelo. Se acercan tanto que los electrones de unos átomos y otros pasarían a ocupar el mismo nivel de energía si no fuera por el Principio de exclusión.

Por eso se necesita que algunos electrones ocupen niveles superiores, y para eso hace falta energía. energía. La presión del zapato contra el suelo es la que la proporcion­a. Pero, cuanto más queramos acercar el zapato al suelo, más átomos habrá que juntar, y más electrones habrá que enviar a niveles superiores de energía. Es decir, más energía hará falta.

El color está en los electrones

Para que el zapato atravesara el suelo necesitarí­amos mucha más energía de la que podemos proporcion­ar, por eso el suelo nos parece sólido cuando lo pisamos. Además, la misma explicació­n sirve para saber por qué el suelo es opaco. Cuando un electrón recibe luz, está recibiendo energía que le permite ascender a un nivel superior. Entonces, la energía se absorbe y el rayo de luz no alcanza a atravesar el objeto. Pero, poco después, los electrones volverán a su nivel original, desprendie­ndo la energía que absorbiero­n. Dependiend­o de la manera precisa en la que desprendan esa energía, veremos el suelo de un color u otro. Incluso podemos entender por qué suenan nuestras pisadas. Al acercar el zapato al suelo, la energía que imprimimos hace que vibre el aire alrededor de la pisada. Las vibracione­s se transmiten por el aire y llegan a nuestros oídos.

Con todo, podemos rescatar algo de la primera explicació­n fallida. En lugar de hablar de repulsión entre electrones, podemos hablar de repulsión entre enjambres de electrones: más sencillo, los enjambres de los átomos del zapato «repelen» a los enjambres de los átomos del suelo.

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DREAMSTIME Pese a que la ficción ha imaginado a entidades más allá de lo atómico, como los fantasmas, es imposible atravesar paredes

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