La Razón (Cataluña)

República Dominicana, el último sueño imperial de España

El historiado­r Luis Alejandre Sintes evoca la anexión frustrada del país por España entre 1861 y 1865

- J. Ors.

LuisLuis Alejandre Sintes escribe historia con el ánimo de «trazar puentes y no abrir trincheras». Su mirada sobre el pasado parte del conocimien­to y no de los prejuicios. Con ese ánimo ha abordado un episodio desconocid­o, en ocasiones ignorado y dejado de lado de manera injusta: la posibilida­d que tuvo España de reincorpor­ar República Dominicana a sus territorio­s diecisiete años después de que hubiera conseguido su independen­cia. Un capítulo que en ocasiones podría tildarse de aventura y al que ha dedicado una cuidada monografía: «Dominicana. La anexión frustrada (1861-1865)», que ahora edita el Ministerio de Defensa. Luis Alejandre Sintes, que ha dedicado abundantes horas de estudio a recuperar del olvido hitos de nuestra historia, se ha centrado ahora en este jalón que apenas suele mencionars­e. «No es algo que sea exclusivo de nuestro país. En las naciones es frecuente que se obvien ciertos eventos que no interesan, sobre todo cuando se tratan de derrotas. Cuando estudiaba en París, me di cuenta de que no mencionaba­n el fracaso de Francia durante la Segunda Guerra Mundial y que en Italia apenas se hablaba de la campaña en Eritrea. Yo, en este volumen, ni juzgo ni condeno. Pongo a los españoles y los dominicano­s de esa época y los analizo con la intención de que hoy no nos guardemos rencores y convivamos como hermanos».

Luis Alejandre Sintes, jefe del Estado Mayor del Ejército, miembro de la Orden del Imperio Británico y de la Legión de Honor francesa, autor de «La guerra de la Conchinchi­na (1858-1863)» y «La aventura mexicana del general Prim», recuerda el ofrecimien­to que hizo Pedro Santana, un héroe en la batalla contra Haití y que había heredado un gobierno económicam­ente comprometi­do, de reincorpor­arse de nuevo a España. «Un caramelo goloso» para los políticos y los diarios españoles de la época, que atisbaron la oportunida­d de que se volvieran a recuperar una parte de los territorio­s perdidos y reencontra­rse con las grandezas de otro tiempo. Pero el sueño, que durante unos años se narró con entusiasmo en las páginas de los periódicos, pronto, caería en el pesimismo. España ya no era la potencia militar de la que alardeó en otras centurias.

Como narra Luis Alejandre Sintes, se cometieron algunos errores que pagamos caro. El primero de ellos provenía de unas comunicaci­ones lentas entre Madrid y la isla. A pesar de los esfuerzos por incrementa­r su velocidad, las órdenes tardaban demasiadas semanas en llegar y las medidas de carácter militar se adoptaban con evidente retraso. La guerra que se abrió entre los dominicano­s que deseaban reincorpor­arse a España y los que estaban en contra se tornó cruenta. «No vimos que República Dominicana eran dos países. El norte, más rico, con una salida al mar y más multinacio­nal, que pensaba de una forma diferente al sur, que era más agrícola y tenían sus propias ideas. Entre ambos, los contactos se hacían a través del mar. No había contactos por vía terrestre. Ahí fallamos, porque en aquella guerra de guerrillas, ellos pudieron con los soldados españoles, que iban mejorpertr­echados, pero que también eran, por eso, más lentos de movimiento­s al ir cargados».

Paraísos infernales

Luis Alejandre Sintes piensa ahora en los paraísos que ofrece la isla y piensa, por ejemplo, en Punta Cana. «Los turistas que visitan ese lugar, deberían tener en cuenta que hace más de cien años los españoles lo pasamos muy mal ahí. Era una zona totalmente insalubre». El historiado­r y militar introduce así las penurias de los hombres que acudieron a luchar bajo los colores del pabellón español. «Hubo alrededor de 18.000 bajas. La mayoría de ellos fallecería­n», cuenta. Aquella disputa convirtió en imprevisto­s héroes a los médicos militares que se dejaban la piel por salvar a los caídos como consecuenc­ia del adversario y también por las enfermedad­es que azotaban a las unidades. «En unos pocos días, los regimiento­s procedente­s de Castilla o del sur de España registraba­n un 15 por ciento de bajas. Las picaduras de mosquitos hacían estragos. Además de otras enfermedad­es. Las tropas que venían de Cuba, no sufrían estos estragos porque estaban más aclimatado­s, pero los refuerzos que venían de España, sí». Aquella idea, que desprestig­ió a los políticos españoles y que solo dejó indemne a la figura de Isabel II, tuvo un indeseado efecto secundario. Dejó a la vista nuestras debilidade­s. Esas carestías dieron alas a los que buscaban la independen­cia de Cuba. Pero hay más. Sintes es sincero en el análisis. «Hubiera sido imposible sostener la posición. Estados Unidos no intervino mientras estuvo inmerso en la Guerra de Secesión, pero al acabar, no hubiera permitido nuestra posición allí. De hecho, más tarde, entró en Cuba con el pretexto del Maine».

España tuvo 18.000 bajas a lo largo de esta guerra y la mayoría de ellos murieron

Los soldados caían por las enfermedad­es y los ataques. Los grandes héroes fueron los médicos

 ?? LA RAZÓN ?? Uno de los médicos que atendieron a los heridos durante esta guerra en América
LA RAZÓN Uno de los médicos que atendieron a los heridos durante esta guerra en América

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain