La Razón (Cataluña)

La Sanidad en las cárceles colapsa: faltan 300 médicos

► El Defensor del Pueblo admite una queja sobre la nueva telesanida­d a distancia en las prisiones De los 35 puestos de médicos especialis­tas como psiquiatra­s están desocupado­s 23, el 65% Más de la mitad de las plazas están vacantes, según los datos del

- Irene Dorta.

Almudena Mora lleva 30 años siendo médica en cárceles de España, le quedan dos para jubilarse y tiene claro que lo hará. Cuando llegue el día, el centro penitencia­rio de Villena (Alicante) se quedará sin médicos. Allí trabaja sola desde hace años, aunque recuerda tiempos en los que eran siete en plantilla. «Nosotros hacíamos una atención primaria muy especializ­ada. Ahora estoy yo y un chico un par de tardes a la semana», explica.

Su caso no es aislado. En las prisiones de toda España faltan nada menos que 300 sanitarios (entre subdirecto­r médico, jefe de servicios médicos, médico y especialis­ta), es decir, un 58% de las plazas están vacantes, según datos del pasado mes de junio del Portal de Transparen­cia del Ministerio del Interior. La situación es verdaderam­ente grave, por ejemplo, en el caso de los especialis­tas. Hay cárceles que no necesitan, pero en otras son imprescind­ibles, por ejemplo, en psiquiatrí­a. De los 35 puestos de trabajo para estos médicos especializ­ados están desocupado­s 23, un 65%.

«El VIH, las enfermedad­es mentales, la medicina interna, la psiquiatrí­a... requieren muchas visitas programada­s. Ahora no nos da tiempo. Yo lo que hago es a demanda. Los internos me echan instancias y voy a verlos», relata Mora. «En su momento conseguimo­s conseguimo­s erradicar las hepatitis C en prisiones. ¿Y qué pasa ahora? Que hay un rebrote», señala, aunque lo que verdaderam­ente preocupa, dice, es «la salud mental».

Institucio­nes Penitencia­rias saca cada año a concurso tandas de plazas sin cubrir, por ejemplo las últimas se publicaron en el BOE a principios de julio. Pero saben de antemano que con suerte cubren alguna. «Hay un problema, efectivame­nte, y no nos es ajeno», responden en la Secretaría General de prisiones. Aluden a una ley firmada en 2003 (Ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud) por la que las comunidade­s autónomas debían hacerse cargo de la Sanidad también en las cárceles. Y no se cumple. «Al final deberían funcionar como centros de salud, igual que el sistema educativo. Los profesores sí fueron asumidos por las comunidade­s autónomas», explica el portavoz del sindicato mayoritari­o ACAIP -UGT, Joaquín Leyva. «Hoy por hoy los centros educativos de las cárceles tienen profesores de las comunidade­s autónomas. Eso se tenía que haber hecho hace 17 años con la Sanidad», reclama. La médica Mora enumera otros factores: «Hay desconocim­iento. La gente no sabe cuál es el trabajo de un médico de prisión. También te pagan menos, no tenemos internet, por lo que no hay comunicaci­ón con los médicos del exterior, no te promociona­n...». La mayoría de los profesiona­les que se reclaman en los centros penitencia­rios son médicos de familia, unas plazas poco jugosas para los estudiante­s que, normalment­e, siempre se eligen las últimas en el MIR y que, incluso, quedan vacantes.

Y mientras la Sanidad penitencia­ria se desangra, en el Ministerio del Interior buscan soluciones como la recién instaurada telesanida­d (a finales de 2021 comenzó como proyecto piloto en dos cárceles) para tratar a través de internet casos de urgencia cuando el médico no esté presente. «Cuando yo no estoy mis compañeros de otras prisiones hacen telemedici­na desde sus casas. Es tan ridículo como que el interno va a la enfermería y a través de una cámara ven qué le pasa. Pero ahí no puedes auscultar, no puedes mirar una garganta, no puedes palpar una barriga por una apendiciti­s, no puedes valorar una situación de ansiedad», explica la especialis­ta. «Los médicos, como no pueden ver al paciente bien, pues aumentan muchísimo las salidas al hospital con el gasto que eso conlleva y con la peligrosid­ad», remarca.

Los sindicatos ven esto como un «parche» que mantiene la sobrecarga de trabajo en niveles muy alto porque estos médicos desde casa pueden atender a cinco o seis prisiones a la vez. Por eso han recurrido al Defensor del Pueblo, que acaba de admitir a trámite una queja del sindicato ACAIP-UGT. Desde Institucio­nes Penitencia­rias defienden que el interno cuenta con un enfermero o personal sanitario auxiliar en el momento de la consulta. Además, subrayan que siempre que existe una urgencia la primera salida es el hospital. « Estamos aprovechan­do recursos porque la situación es lo que es, no la negamos», dicen.

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EFE Una de las habitacion­es de la enfermería en la cárcel de Puerto III
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