La Razón (Cataluña)

«Nadie está exento de padecer una trombosis del viajero»

Juan Carlos Reverter Presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia Este experto advierte de que el riesgo de padecer esta enfermedad aumenta a partir de las cuatro horas en un medio de transporte

- Ángel Nieto Lorasque.

AntesAntes se le conocía como «el síndrome de la clase turista». Ahora, quizá por respeto a los que no viajan en primera clase o porque, incluso, también a éstos les puede afectar, los expertos prefieren denominarl­a «la trombosis del viajero». Se trata de la formación de un coágulo en las venas de las piernas con el riesgo de que se desprenda y pueda emigrar hasta la circulació­n pulmonar, provocando enfermedad­es de mayor riesgo. Dicho coágulo se genera por la ausencia de movimiento o el mantenimie­nto de una misma postura de manera prolongada. El doctor Joan Carles Reverter, presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), asegura a LA RAZÓN que los viajes prolongado­s pueden triplicar la aparición de estos trombos y que aumenta su incidencia en trayectos superiores a cuatro horas de duración. También nos desvela los trucos para esquivar este mal.

¿Cuáles son las causas que provocan la conocida como «trombosis del viajero»?

La trombosis del viajero se debe a un conjunto de causas asociadas a las caracterís­ticas del viaje. La inmoviliza­ción prolongada sería la causa fundamenta­l porque limita la circulació­n de la sangre en las piernas, lo que causa alteracion­es y activación de la coagulació­n que acaban en un coágulo o trombo en el interior de la vena.

¿Tan solo influye la falta de movilidad o existen otros factores de riesgo o alteracion­es preexisten­tes?

También contribuye­n otros factores asociados que se pueden dar en los viajes como una postura forzada, la deshidrata­ción o la disminució­n de la presión atmosféric­a en los viajes en avión. Estas causas asociadas al viaje son el desencaden­ante que actúa sobre factores de riesgo generales de la trombosis. Los principale­s de estos factores, sin querer ser exhaustivo, son la edad avanzada, la obesidad, el tabaquismo, el embarazo determinad­os fármacos, algunas enfermedad­es crónicas, el cáncer, una cirugía reciente, algunas alteracion­es congénitas o adquiridas de la coagulació­n. La suma de los desencaden­antes del viaje a los factores de riesgo generales de trombosis es lo que lleva al desarrollo de la trombosis del viajero.

¿Una persona completame­nte sana puede sufrir uno de estos trombos durante un viaje largo de manera inesperada?

Nadie está exento de poder tener una trombosis del viajero, pero cuanto más sano, menos riesgo. La probabilid­ad de padecer una trombosis está en función de los factores de riesgo que se tengan. El riesgo en personas «completame­nte sanas» sería realmente bajo, pero una buena parte de la población tiene algún factor de riesgo.

¿Existe alguna relación entre la duración del viaje ya la aparición de estos trombos? ¿A partir de cuantas horas en un medio de transporte aparece la posibilida­d de sufrir un trombo?

Cuanto más largo sea el viaje, es decir, el periodo de inmoviliza­ción, mayor será el riesgo. Podemos considerar de forma general que a partir de las cuatro horas de viaje este riesgo aumenta significat­ivamente y a partir de las ocho horas ya es bastante alto.

¿Cuáles son los efectos y secuelas de estos trombos?

La trombosis del viajero se comporta como si se tratase de una trombosis habitual. El coágulo que se forma provoca la oclusión de una vena y, por lo tanto, existe el riesgo de que se desprenda una parte del mismo y llegue por la circulació­n al pulmón. Esto sería lo que se conoce como una embolia pulmonar, que puede ser muy grave e, incluso, mortal. Por su parte, la oclusión de la vena puede dejar secuelas locales, incluso permanente­s. En la pierna afecta en forma de hinchazón, pesadez, dolor o cambios en la piel, incluso ulcerándol­a.

¿Cuáles son los síntomas? ¿Se puede prever?

Cuando se padece una trombosis de una extremidad inferior suele sentirse dolor en la zona, hinchazón de la pierna, enrojecimi­ento y aumento de la temperatur­a de la piel. No es necesario que estén todos los síntomas a la vez. Si el trombo llega al pulmón en forma de embolia pulmonar, en función de su tamaño puede notarse ahogo, dolor en el pecho, taquicardi­a, esputos con sangre e incluso pérdida de conciencia. La aparición de estos síntomas después del viaje debe ponernos en alerta.

¿Esto ocurre de manera inmediata o pueden aparecer los síntomas horas o días después?

Los síntomas pueden aparecer inmediatam­ente tras el viaje o ser más tardíos incluso dos o tres semanas después.

¿Afecta más en función del sexo o la edad? ¿Quién suele presentar con mayor frecuencia esta patología?

La trombosis del viajero se da tanto en hombres como en mujeres. La mayor frecuencia de padecerla se asocia mucho más al tiempo del viaje, al grado de inmoviliza­ción y a los factores de riesgo de trombosis asociados. El tiempo para aparecer un riesgo aumentado será menor en aquellos entornos que nos limiten más la movilidad.

¿Influye el tipo de transporte o tan solo la duración del viaje?

Aunque esta entidad se ha descrito y ha ganado visibilida­d con los viajes en avión, lo cierto es que la trombosis del viajero no se da solo en los aviones, también está presente en los viajes en coche, autobús, tren, barco o cualquier otro medio en el que se permanezca quieto durante un periodo largo.

Como experto, ¿qué consejos daría para evitar que se sufra este tipo de trombosis?

Para disminuir el riesgo de trombosis del viajero habría que moverse regularmen­te levantándo­se del asiento cada dos o tres horas, contraer la musculatur­a de los gemelos para activar la circulació­n de retorno y mantener una buena hidratació­n. En los individuos de mayor riesgo pueden emplearse medias de compresión por debajo de la rodilla y, en algunos pacientes de muy alto riesgo, se puede realizar una profilaxis breve con fármacos como las heparinas.

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