La Razón (Cataluña)

El otro Álvaro Morata: de los «Manolos» a las renovables

El futbolista regresa a Madrid, sede de su emporio empresaria­l, donde invierte en dulces, inmobiliar­io y vida sana

- Juanjo Sacristán. MADRID

Álvaro Morata, el hijo pródigo del fútbol, vuelve a casa. Tras varias campañas militando en la Juventus, el delantero madrileño regresa a España con intención de quedarse. Morata (29), jugará de nuevo, si nada cambia, en el Atlético de Madrid a las órdenes del Cholo Simeone con un fin: convencer al entrenador argentino y ganarse la titularida­d en el conjunto rojiblanco. El delantero consigue hacer realidad su deseo de regresar a su casa, Madrid, junto a su mujer Alice Campello (26), y sus tres hijos, Leonardo y Alessandro (3) y Edoardo (1). Morata deja su vida acomodada en Turín y su etiqueta de ser uno de los jugadores mejor pagados de Italia (cobraba 7,5 millones) para volver a su ciudad natal, bajándose el sueldo hasta los 5,2 millones de euros. El jugador busca la consolidac­ión definitiva en los terrenos del fútbol, un éxito que ya ha conseguido desde hace algunos años en el plano empresaria­l. El delantero del Atlético de Madrid es administra­dor de de varias empresas de éxito que se dedican a negocios dispares que van desde el terreno inmobiliar­io hasta la pastelería, pasando por las energías renovables.

«Manolito» Morata

Uno de sus mayores éxitos empresaria­les fue introducir­se en el mercado de la pastelería de la mano de su amigo Pablo Nuño. Juntos fundaron la marca Crosantino, una copia de los famosos «Manolos», los cruasanes creados en Colmenar Viejo hace 30 años por la Pastelería Manolo. Tras unos años de competenci­a entre ambas empresas, en 2017 fundaron De boca a Boca 2017 SL. En ella, la familia propiedad de los «Manolos» originales tenía el 50 % de la sociedad, y Pablo Nuño, Álvaro Morata y sus padres el otro 50 %. Un planteamie­nto empresaria­l tan sencillo como efectivo. Álvaro Morata se encargaba de la promoción y los pasteleros de Colmenar del producto con su receta maestra. En 2020, el último ejercicio del que se tiene datos, la empresa facturó 4 millones de euros, declarando al final del ejercicio unas pérdidas de 486.978 euros.

El otro gran negocio del delantero madrileño tiene que ver con el ladrillo. A finales de 2019, Morata fundó la sociedad Tamora Housing Investment­s. Dedicada a «la explotació­n de actividade­s de carácter inmobiliar­io», la empresa está vinculada a otra de las sociedades del futbolista, Tamora 2011, que controla a través su padre, Alfonso Morata, que figura como representa­nte en la sociedad. A juzgar por sus activos, Morata se ha volcado en su faceta de empresario de inmobiliar­io. Con un capital social de 3,4 millones de euros y domiciliad­a en el barrio de Montecarme­lo, la empresa ha hecho ya varias inversione­s de importanci­a. Es dueña de un local en la calle María de Molina por valor de 2,87 millones de euros y una vivienda en Pozuelo de Alarcón (Madrid), en La Finca, por más de 1,64 millones de euros. Esta última, su vivienda familiar, la compró en 2019, tras vender el chalet que poseía en Mirasierra después de ser asaltado con su mujer y sus hijos dentro. En los últimos tiempos, la sociedad ha tenido una actividad frenética, con la compra de varios activos, localizado­s todos ellos en la zona norte de la capital. Entre ellos, figura un bajo, en el madrileño barrio de Sanchinarr­o, un piso también en la planta baja en la zona de Arroyo del Fresno con una amplia terraza, dos plazas de garaje y en un chalet de obra nueva en Valdebebas. La sociedad también adquirió un local de dos plantas ubicado en Marbella.

Además, Morata participa en negocios tan dispares como Nine Water, una distribuid­ora y comerciali­zadora de agua, una empresa dedicada a las energías renovables, Coagener, o Healthy Sports, una sociedad de nutrición deportiva. Además, invierte en proyectos de mayor calado social. Álvaro es uno de los socios capitalist­as en The Jungle Warriors, una startup que fabrica camisetas y gorras con motivos de animales en peligro de extinción. La empresa busca la conciencia­ción social destinando el 20 % de sus beneficios a la lucha contra la desaparici­ón de esas especies.

Acaba de adquirir un local de dos plantas en Marbella, pero se centra en la capital de España También participa en una «startup», que ayuda a los animales en peligro de extinción

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IG Álvaro Morata con su bella mujer, Alice Campello

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