La Razón (Cataluña)

Un penaltito de toda la vida

► Osasuna le gana al Sevilla en el arranque liguero gracias a una pena máxima de las que Medina aseguró que ya no se pitarían

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El hombre es un animal que, en ocasiones, tiene la enojosa tendencia a hablar más de la cuenta. ¿Para qué convoca el presidente del Comité Técnico de Árbitros, Luis Medina Cantalejo, una rueda de prensa en la que anuncia cambios que de ninguna manera piensa implementa­r? El primer partido de la Liga 22/23 prolongó la línea de arbitrajes pejigueras, chuminosos yan ti futbolís tic os que han estropeado los últimos campeonato­s. Un «penaltito», justo lo que ya no se iba a pitar, decantó la victoria –merecida por su despliegue entusiasta– de Osasuna sobre el Sevilla. Quedan 379 partidos para volver a la senda de la razón.

Los primeros diez minutos de la Liga fueron un regalo para la vista. El «Zamora» de la edición pasada, Bono, ya había intervenid­o providenci­almente dos veces a los 40 segundos y enseguida, Chimy Ávila cantó bingo tras cabecear un centro excepciona­l de Rubén Peña. La tópica salida en tromba del local en los campos norteños ponía a Osasuna por delante. Horrible Gudelj, central de emergencia, en la vigilancia de su espalda. En el saque de centro, respondió el Sevilla mediante Rafa Mir, atento para remachar en el primer palo un pase raso de Papu Gómez, diabólico en su revuelta tras controlar en el área.

La primera parte no tuvo más goles pero no fue por falta de empeño de los contendien­tes. Los navarros apretaban como Hacienda a final de junio, incomodand­o la salida de balón visitante y bombardean­do a Bono desde la media distancia con Torró y Moncayola, que rozó el poste. También golpearon madera los sevillista­s con un tiro raso y avieso de Delaney, tras preciosa dejada de tacón de Papu Gómez. El aficionado neutral firmaría que todo el campeonato se pareciese a estos 45 minutos inaugurale­s. Apareció el árbitro para estropearl­o.

El ritmo decayó tras reanudarse el encuentro, segurament­e porque ninguno de los dos entrenador­es apreciaba tanta alegría. Eran minutos para no perder hasta que los cambios, en la última media hora, surtiesen efecto. Avisó En-Nesyri con un cabezazo centrado y dominaban los visitantes al son de Lamela cuando Del Cerro desmintió a su jefe para desequilib­rar el resultado.

En la antevísper­a, Medina Cantalejo había advertido que en esta Liga no se pitarían, textualmen­te, «los penaltitos». Y fue justo eso lo que señaló el colegiado madrileño. Le botó alta una pelota al Papu Gómez, apartó el brazo para que no le rebotase y chocó su muñeca con el pecho de Moncayola que caminó cuatro pasos (uno, dos, tres y cuatro) y se derrumbó agarrándos­e la cara como si le hubiesen dado un martillazo. Penalti ínfimo, enano, liliputien­se, microscópi­co que el debutante Aimar transformó fuerte por el centro de la portería, a pesar del toque de Bono.

La desventaja desquició al Sevilla, que no supo negociar el largo trecho que, prolongaci­ón incluida, le restaba para sumar al menos un punto. Lopetegui quiso atacar por acumulació­n, lo que facilitó la tarea de los defensores navarros, a quienes el público ayudó a matar el partido sin que Sergio Herrera viese comprometi­da su parcela.

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EFE Aimar transformó por el centro el penalti que decantó para Osasuna el primer partido de la Liga 22/23
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