M. Ruiz Díez. Atascos suicidas y un estercolero en el K2
► La mejora en las condiciones de seguridad, un sistema de visados más eficaz, los sherpas nepalíes y un precio más asequible que el Everest masifican sus 8.611 metros hasta límites nunca vistos
El K2, la montaña más respetada por los alpinistas, está siguiendo el camino de masificación que ya ha sufrido el Everest. El 22 de julio, aprovechando las condiciones meteorológicas favorables, 145 montañeros hollaron la cumbre. El anterior récord de ascensos en una misma jornada databa de 2005 con 45 cimas, una cifra ridícula en comparación con la del mes pasado. Mingma G, uno de los más afamados sherpas nepalíes y que formó parte de la primera expedición invernal que ascendió al K2 el año pasado, fue uno de los protagonistas del récord. Compartió un vídeo en sus redes en el que se veía una hilera interminable de alpinistas en la zona llamada «cuello de botella», a 8.200 metros.
La imagen remitió de inmediato a las vistas hace tres años en el Everest, cuando más de 200 alpinistas hicieron cima por el lado nepalí rompiendo el récord de ascensos en una misma jornada, pero también creando un atasco que provocó colas de varias horas en un estrecho paso de la ladera cercano a la cumbre. El interminable tiempo de espera por aquellos atascos fue el motivo de alguna de las nueve muertes que se registraron en 2019, antes de la pandemia, en la vertiente nepalí.
La mejora en las condiciones de seguridad, un sistema de visados más eficiente, el apoyo de expertos sherpas nepalíes y un precio más asequible al del Everest han derivado en la masificación del K2. Las tasas por escalar el gigante del Karakórum son de unos 12.000 dólares, similares al precio del permiso de escalada que emite el Gobierno de Nepal. Pero ascender al Everest puede costar entre 35.000 y 90.000 dólares por persona, dependiendo de los guías, el gasto de oxígeno previsto para la ascensión y el resto de infraestructuras con que cuente la expedición.
Lo sucedido este verano es solo un adelanto de lo que está por venir en un país en el que los servicios de rescate, a diferencia de lo que sucede en Nepal, dependen del Ejército. «El Gobierno debería dar un paso adelante para promover el montañismo en el país, aunque no a costa de poner en riesgo vidas», señaló a Efe un portavoz del Club Alpino del país asiático, Karrar Haidri. Y es que en el último trecho desde el famoso «cuello de botella» solo había una cuerda fija, de ahí las impactantes imágenes, como muestran las capturadas por Mingma. «El K2 es el rey de las montañas (...) es masivo, es peligroso y es hermoso, y está continuamente intentado matarte», comentó en las redes sociales Samina Baig, que el día del récord se convirtió en la primera mujer paquistaní en conquistar la montaña. Esta escaladora de 30 años, natural de un poblado remoto en la provincia paquistaní de GilgitBaltistan, recordó que la favorable ventana meteorológica para intentar el ascenso aquel día fue particularmente breve.
Baig comenzó el ascenso hacia el campamento 4 el 21 de julio hacia las diez de la mañana, y un día después se dirigió a la cumbre. «El 22 de julio a las 7:45 de la mañana logré llegar a la cima con la que tanto había soñado», dijo, «un momento de orgullo que es difícil explicar con palabras». Pero Baig reconoció estar preocupada por la masiva afluencia de escaladores. «El K2 es más peligroso que el Everest, sobre todo si está abarrotado», explicó, al reconocer que se vio obligada a pernoctar en el campamento 4 y otra noche en el campamento 2 durante el descenso debido a la gran cantidad de montañeros.
Este aumento de la afluencia inquieta también a los expertos, sobre todo por el impacto ecológico en uno de los países más afectados por el cambio climático. «Cuando tienes a más personas en una ruta o expedición el medio ambiente se ve afectado», dijo a Efe la experta en cambio climático Mome Saleem, que aboga por un aumento de las tarifas para no convertir además la zona en un vertedero.
Hasta 2021 menos de 400 alpinistas habían coronado la segunda cima más alta del mundo y casi 90 habían fallecido, desde que el italiano Compagnoni lograra la primera ascensión en 1954.