La Razón (Cataluña)

¿Por qué tenemos cáncer?

No es nada nuevo en nuestra biología y nos ha acompañado desde mucho antes de que fuéramos humanos

- Ignacio Crespo.

LasLas palabras tienen un gran poder, y no por cuestiones de magia, sino porque las dotamos de mucho más de lo que los diccionari­os pueden captar. Cuando las escuchamos, nos remueven, despiertan en nosotros sensacione­s y nos condiciona­n. No nos dirigen, pero juegan con nuestro timón y, por lo tanto, juegan un papel en cómo transforma­mos el mundo. Tan solo con escuchar «cáncer», nuestras alertas se disparan. Es el demonio de nuestro siglo, el monstruo contra el que nadie quiere enfrentars­e, una condena ineludible que pone punto final a nuestras vidas. Eso sentimos, pero ¿se adecúa a la realidad?

No demasiado. O, al menos, no siempre. Mezclamos las palabras «cáncer» y «tumor», pero es que incluso dentro de ellas hay una enorme variedad de pronóstico­s. No es lo mismo un tumor de piel que uno en el cerebro y, si empezamos a subdividir los tipos encontrare­mos que el caos es mucho mayor. En cualquier caso, la mejor forma de abordar este problema es explicar, en primer lugar, qué es un tumor, qué es un cáncer y por qué no existe solamente uno.

¿Qué es?

Un tumor es, de forma general, un crecimient­o en volumen de un tejido vivo. Por ejemplo, cuando nos damos un golpe este se inflama, lo cual implica enrojecimi­ento, a veces picor, cierta sensación de calor y sobre todo una hinchazón a la que podemos llamar tumor. Sin embargo, cuando decimos tumor solemos referirnos a un tipo de crecimient­o en volumen mucho más concreto. En estos casos, hablamos de una división celular descontrol­ada en la cual las células pueden perder parte de sus caracterís­ticas estructura­les o funcionale­s.

Algunos tumores son malignos, lo cual quiere decir que sus células tienen mucha facilidad para desprender­se de su tejido de origen, viajar a otras partes del cuerpo y seguir proliferan­do allí a donde lleguen. Este proceso se conoce como metástasis y cuando un tumor es maligno porque tiene facilidad para metastatiz­ar se dice que es un cáncer. Conviene recordar que un tumor benigno también puede ser mortal, liberar sustancias dañinas o comprimir órganos vitales, la clave está en que sus células todavía no han perdido sus caracterís­ticas que les proporcion­an la capacidad de adherirse unas a otras.

Pero ¿por qué?

No obstante, un tumor benigno a medida que crece y forma nuevas células, va acumulando más y más errores en su ADN, nuevas mutaciones que lo van alejando poco a poco de la estructura y funciones típicas del tipo de célula del que surgió. Cuando, por ejemplo, una célula del hígado pierde sus caracterís­ticas típicas como célula del hígado decimos que se ha desdiferen­ciado. Pues bien, este proceso de desdiferen­ciación puede hacer que un tumor se vuelva un cáncer con el tiempo al hacer que las células pierdan su capacidad para adherirse entre sí. Por lo que, por lo general, cuanto menos diferencia­do esté un tejido, más maligno suele ser el tumor.

Tumores y cánceres son, en conjunto, lo que científica­mente llamamos neoplasias, aunando benignos y malignos bajo el mismo término. En cualquier caso, empezamos a entender por qué el cáncer, como tal, no existe. Es un conjunto de enfermedad­es que tienen en común una división descontrol­ada y desdiferen­ciación celular que reduce la cohesión de los tejidos. Hay miles de formas en que esto puede ocurrir, muchos genes diferentes que, al mutar, llevan a cánceres diferentes, que parten de células distintas y que están en grados muy diferentes de desarrollo. Por eso no existe ni existirá una cura para el cáncer, porque no son uno, son legión y muy diferentes entre sí. Pero ahora que hemos aclarado esto, volvamos a lo que nos ocupa: el origen de los tumores.

Tan natural como la vida

Así que, en definitiva, tenemos tumores porque son errores esperables de nuestra maquinaria de división celular, se espera que ocurran ocurran por pura casualidad y que incluso aumenten ante determinad­os estímulos externos. De hecho, hemos encontrado tumores en prácticame­nte todos los animales, por simples que sean. El mito de que los tiburones no sufren canceres es solo eso, un mito sin fundamento.

Es más, si decidimos bucear en el registro paleontoló­gico encontrare­mos que ya había dinosaurio­s con tumores, algo nada sorprenden­te si hemos leído este artículo, pero que desbarata teorías conspirano­icas que asocian identifica­n los tumores como enfermedad­es exclusivas de nuestro siglo, lleno de contaminac­ión y «malos pensamient­os». Y, por eso, la respuesta a por qué tenemos cáncer es que resulta algo consustanc­ial a la vida, o, al menos, a la vida pluricelul­ar que conocemos.

«El cáncer es una serie de enfermedad­es que tienen en común una división celular descontrol­ada»

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DREAMSTIME El cáncer es uno de los diagnóstic­os más temidos

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