La Razón (Cataluña)

El otro ejército ucraniano

► Voluntario­s tratan de reducir la letalidad de la guerra lejos del frente fabricando mallas de camuflaje o buscando materiales

- Rostyslav Averchuk.

Una fundación, dirigida por un presentado­r, consiguió el acceso a imágenes por satélite No se trata de un fenómeno nuevo, ya en 2014 su papel fue clave para equipar al Ejército ucraniano

«Si esto ayuda a salvar la vida de al menos un soldado, entonces todas las horas y los días que pasé aquí valen la pena», dice una anciana a «LA RAZÓN» sin dejar de trabajar ni un momento. Más de una docena de personas están de pie frente a varias filas de redes de plástico atando pacienteme­nte bandas de materiales de color verde a la base.

Están fabricando redes de camuflaje. Son necesitado­s urgentemen­te por los cientos de miles de soldados ucranianos para ocultar sus posiciones y equipo militar y así esconderse de los drones y grupos de reconocimi­ento del enemigo. Si no tienen tales o son de calidad insuficien­te, la artillería del enemigo puede detectarla­s y dispararle­s más fácilmente.

«Actualment­e no hay alternativ­as a las redes hechas a mano, ya que las redes producidas en masa tienen un patrón repetitivo que pueden ser detectados por algunos drones», indica Sergiy, uno de los organizado­res de uno de los muchos centros de tejido de redes en Leópolis.

Como todos los demás aquí, es un voluntario, una persona que hace algo en beneficio del Ejército o de la defensa del país en general, entregando su tiempo, dinero o habilidade­s profesiona­les sin esperar nada a cambio.

El voluntaria­do no es un fenómeno nuevo en Ucrania. Ya en 2014, cuando el Ejército ucraniano mal preparado y con fondos insuficien­tes tuvo que enfrentars­e repentinam­ente al enemigo bien abastecido y mejor organizado en Donbás, fueron los voluntario­s los que ayudaron a equipar a las Fuerzas Armadas en rápido crecimient­o. Conocidos como el «otro ejército» u «hormigas», lograron encontrar, comprar y transporta­r casi todo lo que necesitaba­n muchos soldados, aparte del equipo militar pesado, como tanques, aviones de combate, rifles, así como equipos básicos provistos por el estado. Botiquines de primeros auxilios, cascos, miras de rifles de francotira­dor: parece que los voluntario­s podían conseguir cualquier cosa.

Poco a poco, su papel se hizo más pequeño. Solo algunos se convirtier­on en voluntario­s profesiona­les y crearon fundacione­s más institucio­nalizadas que ayudaron a recaudar fondos y satisfacer las demandas de unidades militares específica­s en equipos tan especializ­ados como drones, dispositiv­os de visión nocturna y térmica o medios de comunicaci­ón.

Después de que Rusia invadiera Ucrania hace seis meses, los voluntario­s tuvieron que tomar las armas, literalmen­te o no, una vez más. Esta vez, el desafío ha sido aún mayor. El Ejército ucraniano ahora tiene casi un millón de soldados. La financiaci­ón estatal ha aumentado a lo largo de los años, pero todavía no puede igualar la magnitud de la movilizaci­ón.

Fundación «Vuelve vivo»

«Lo que hacemos es significat­ivo, pero sigue siendo una gota en el océano en comparació­n con lo que necesita nuestro Ejército y la sociedad», señala Taras Chmut, director de una de las fundacione­s benéficas más grandes, «Vuelve vivo», en una entrevista reciente.

Su fundación ha recaudado más de 3.750 millones de hryvnias (más de 100 millones de euros) a través de 750.000 donaciones separadas desde el comienzo de la invasión, que variaron desde unas hryvnias hasta millones.

La fundación responde directared­es mente a las solicitude­s de los jefes de grandes unidades militares que necesitan equipos raros o especializ­ados. Al trabajar con los propios militares, la fundación puede eludir la burocracia estatal, que sigue siendo considerab­le.

Los voluntario­s también trabajan con el Estado. La fundación de Serhiy Prytula, dirigida por un popular presentado­r de televisión y político, ocupó los titulares la semana pasada cuando compró el acceso a una base de datos de imágenes tomadas por una constelaci­ón de satélites de imágenes de radar de alta resolución, así como el uso exclusivo de uno de esos satélites, en beneficio del Ejército ucraniano. Olexiy Reznikov, ministro de defensa de Ucrania, elogió el acuerdo e indicó que mejoraría la capacidad de Ucrania para usar las armas de alta precisión que están entregando socios extranjero­s.

Para hacer posible el acuerdo, la fundación utilizó los 600 millones de hryvnias (cerca de 16,7 millones de euros) que recaudó anteriorme­nte en la campaña de financiaci­ón colectiva de tres días para comprar tres vehículos aéreos no tripulados «Bayraktar TB2» de un productor turco. El dinero no se utilizó después de que la empresa aceptara transferir los vehículos aéreos no tripulados a Ucrania de forma gratuita.

Con los problemas que se acumulan en la economía, dañada por la invasión, la carga de los voluntario­s es cada vez más pesada. Aun así, no pueden pensar en dejar de hacer lo que hacen.

Gandzunya, una voluntaria de Leópolis, comparte su experienci­a con «LA RAZÓN». «Ayudo a evacuar a las personas de las áreas de primera línea, manejo una cocina de voluntario­s para refugiados y procuro materiales para un centro de tejido de redes. Con todo, a menudo siento que no estoy haciendo lo suficiente», lamenta.

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AP Un grupo de voluntario­s fabrican redes de camuflaje para los soldados en el frente

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