La Razón (Cataluña)

La lección de Rusia a Occidente

Opinión ► Putin piensa que continúa en una posición de fuerza. Para el mandatario ruso, las cosas serias aún no han comenzado. Solo el tiempo dirá si esta guerra resulta o no un error estratégic­o fatal para él

- Frédéric Mertens de Wilmars es profesor y Coordinado­r del Grado en Relaciones Internacio­nales Universida­d Europea de Valencia Frédéric Mertens de Wilmars

TrasTras más de seis meses de la invasión rusa, la situación actual en el territorio de Ucrania, sin avances reales por parte de Moscú y Kyiv, podría durar aún meses. La solución política del conflicto tardará años, incluso décadas y la batalla seguirá librándose en 2023, con o sin la amenaza nuclear de Vladimir Putin o la explosión de la central atómica de Zaporiyia.

El 16 de agosto pasado, Putin acusó a Washington de alargar el conflicto en Ucrania. La guerra ha provocado fuertes sanciones occidental­es contra Rusia e históricas ayudas financiera­s y militares a Ucrania, agravando aún más las tensiones internacio­nales. Putin culpó a Estados Unidos de querer desestabil­izar el mundo, en referencia a la reciente visita a Taiwán de Nancy Pelosi. «La situación en Ucrania demuestra que Estados Unidos está tratando de alargar este conflicto. Y están haciendo lo mismo cultivando la posibilida­d de un conflicto en Asia, África, América Latina», afirmó Putin.

Al mismo tiempo, un despliegue comercial sino-ruso en estas tres partes del mundo. Los europeos han percibido –quizás demasiado tarde– el alcance de la alianza entre Moscú y Pekín al reforzar y reanudar los acuerdos comerciale­s con los países cortejados por China y Rusia.

El resultado militar del conflicto sigue siendo incierto. La entrega de armas occidental­es a Ucrania es el principal factor en juego; el otro, poco probable a corto o medio plazo, es un cambio de poder en Moscú. Sobre el terreno, ni los ucranianos ni los rusos cederán de buena gana. Cada uno defiende sus intereses vitales, la superviven­cia como Estado y nación para Ucrania y la seguridad para Rusia. Si ninguno de ambos bandos sufre un fallo militar fatal que le empuje a capitular, podemos temer un estancamie­nto del conflicto con posibles parones y repuntes y su cuota de crisis derivadas, energética, cibernétic­a, alimentari­a. E incluso si los combates se detienen, la solución política de este conflicto llevará años, incluso décadas.

Hoy en día no existe ninguna perspectiv­a de salida del conflicto. No hay intentos reales de conversaci­ones. A pesar de las pérdidas, los ucranianos están lejos de acceder a ceder terreno por la paz y Rusia sigue pensando que puede hacer que Ucrania se doblegue. Puede haber varias secuencias por delante. El reconocimi­ento de la independen­cia de una especie de «Novorossia» (Nueva Rusia) que incluya el Donbás y algunos territorio­s del sur puede ser el siguiente paso.

Probableme­nte, Rusia incluso decida anexionárs­elos. Ucrania y Occidente no aceptarán esta política de hechos consumados. Esto puede llevar a la partición de facto de Ucrania, con una línea de frente más o menos congelada. En definitiva, un escenario que recuerda a la antigua Yugoslavia con Bosnia-Herzegovin­a y Kosovo.

Putin sigue pensando que está en una posición de fuerza, afirmando que las cosas serias aún no han comenzado. Sólo querrá discutir la imposición de sus condicione­s a Ucrania, haciendo que reconozca a Crimea como parte de Rusia y la independen­cia o anexión del Donbás y las regiones del sur. También querrá garantías de que Ucrania no se unirá a la OTAN. Aunque acepte un alto el fuego, no hay garantía de que lo respete y no reanude las hostilidad­es en el momento que considere oportuno. Sus objetivos son como un triple cajón.

El más pequeño es la captura del Donbás y todo el territorio que pueda en el sur del país. Ahora bien, estos territorio­s no son un objetivo en sí mismos, son un medio para debilitar a Ucrania. La resistenci­a del Ejército ucraniano, los errores de apreciació­n y las carencias del ejército ruso han llevado a una revisión a la baja de los objetivos rusos, pero en realidad Moscú apunta a toda Ucrania para convertirl­a en un Estado inviable y en un «peso muerto» para Occidente, sin conseguir que vuelva al redil ruso. Finalmente, con esta guerra, Rusia busca debilitar a Occidente, provocar –con China– una recomposic­ión del orden mundial que considera dominado por Estados Unidos, desequilib­rado e injusto.

El tiempo dirá si esta guerra resulta o no un error estratégic­o fatal para el presidente ruso. Mientras tanto, esta agresión hace que se reconsider­e muy seriamente la ambición de China de unificar Taiwán, incluso por la fuerza. Una toma de Taiwán por parte de China amenazaría más directamen­te a Estados Unidos que Ucrania por Rusia porque es extremadam­ente importante en la estrategia tanto de Pekín como de Washington. Por lo tanto, un ataque chino a Taiwán tendría aún más probabilid­ades de provocar un conflicto mundial que la invasión rusa de Ucrania, porque Taipéi está en el centro de la tecnología mundial mientras que Kyiv radica en la periferia del mayor mercado del mundo, la Unión Europea. En definitiva, si las incidencia­s de la guerra en Ucrania son dramáticas pero delimitada­s, las consecuenc­ias de una invasión de Taiwán por parte de las fuerzas del Ejército chino serían devastador­as e incalculab­les a nivel global.

La solución política al conflicto de Ucrania tardará años en llegar

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EFE El cadáver de un soldado junto a un vehículo de combate de infantería ruso en Járkiv, el 25 de febrero

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