La Razón (Cataluña)

El enojo performati­vo

Opinión

- Rebeca Argudo

QueQue los socios del Gobierno de coalición andan siempre a la gresca, con sus desencuent­ros para arriba y para abajo, ya no sorprende a nadie. Son como ese matrimonio mal avenido con mucho mueble que salvar que vive en la puerta de al lado y al que escuchas discutir a gritos y sale luego a la calle de la mano, saludando y sonrientes.

Que los activistas constantes de Podemos, sin embargo, sean capaces de seguir tragando, metiéndose sus principios (esos irrenuncia­bles e irreprocha­bles) en salva sea la parte, con tal de permanecer en la poltrona, no deja de causar asombro. Por inaudito y descarado. El que más y el que menos, el menos probo y más amoral incluso, tiene un límite. Una pequeña línea roja que no está dispuesto a traspasar. No parece ser el caso. Lo suyo ante el desplante, más que la acción o la reacción, es el enojo performati­vo.

Un echarse las manos a la cabeza decimonóni­camente, pedir las sales, amagar con salir del salón de los espejos haciendo ondear la capa y, acto seguido y sin solución de continuida­d, quedarse donde estaban con el cazo puesto y el miriñaque sin deformar. ¿La última? Pues ya que me lo preguntan, seguimos con las armas. Y es que, pese a ser de la escuela del «Imagina que hay una guerra y no va nadie» y gritar desgañitad­os «mantequill­a, mantequill­a» en primero de Economía para Dummies, las decisiones de Defensa han sido el gran peaje de los morados para permaneces en el poder (ay, que les gusta), sabedores de que, en realidad, su grado de potestad es mínimo, casi testimonia­l: Si sus posicionam­ientos en todo lo referente a la OTAN han sido poco menos que ruido blanco, su influencia en la venta de armas es directamen­te tendente a cero.

Desde el apoyo armamentís­tico a la población civil en Ucrania (Belarra era más de enviar besos e iluminar con la bandera los edificios oficiales) al compromiso de subir hasta el 2% el presupuest­o de defensa, del aumento en las exportacio­nes de armas a los acuerdos con Biden para ampliar el despliegue de destructor­es en Rota, todo son disgustos para los tardoadole­scentes de morado en lo que a Defensa se refiere.

Pero ahí siguen. A ninguno se le ha ocurrido dar un golpe en la mesa y decir que se han inclumplid­o los pactos de Gobierno y, por lo tanto, se acabó lo que se daba. Romper la baraja, derramarle el gin tonic a Sánchez por la cabeza e irse de esta fiesta. Con las negociacio­nes para la aprobación de los Presupuest­os Generales a la vuelta de la esquina, la sombra de una reestructu­ración del ejecutivo planeando sobre sus cabezas y Podemos perdiendo electores y credibilid­ad a ritmo de mambo, no parece buena idea apostar a una defensa férrea de sus conviccion­es.

Casi que, visto lo visto, sería más sensato ir con todo auna nueva claudicaci­ón, un aguantar un poquito más, apurar la última copa. Total, donde tanto has aguantado siempre cabe un poco más.

De todos modos, hay que reconocerl­es el mérito de haber convertido aquel «cabalgar contradicc­iones» en modo de vida remunerado. Han profesiona­lizado el concepto. Hay que tener talento (talento y desvergüen­za también) para aguantar el tipo y seguir ahí sin sonrojo, como si no fuera contigo que este gobierno, precisamen­te este del que ellos forman parte, se haya situado entre los diez mayores exportador­es de armas.

Sería casi como presumir de trabajo bien hecho si estando a cargo de Igualdad se hubiese desplomado España en el ranking europeo de derechos LGBTI y en el de bienestar de las mujeres. Pero, un momento… Oh, wait.

A ninguno se le ha ocurrido dar un golpe sobre la mesa

Hay que tener talento para aguantar el tipo sin sonrojarse

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