La Razón (Cataluña)

Rabat y Argel, tablas en su guerra diplomátic­a

►Un año de crisis entre los dos vecinos Marruecos y Argelia tienen claro que no llevarán su disputa irresolubl­e hasta un callejón sin salida

- Antonio Navarro.

Consciente­sdelagrave­dadConscie­ntesdelagr­avedad del contexto internacio­nal y local, en el que se combinan el encarecimi­ento de la vida cotidiana provocado por la subida general de precios, el problema energético internacio­nal y unas malas perspectiv­as de crecimient­o en los próximos meses, Argel y Rabat tienen claro que no llevarán su disputa –permanente, latente y hoy por hoy irresolubl­e– hasta un callejón sin salida.

Hoy se cumple un año desde que el régimen argelino decidió suspender las relaciones diplomátic­as con sus vecinos. No es la primera vez: en 1976 el reconocimi­ento de la República Árabe Saharaui Democrátic­a empujó a Rabat a romper –y hasta 1988– con Argel. También un 24 de agosto, pero de 1994, Argelia cerró –y tamdo hasta hoy– la frontera terrestre con Marruecos.

Tras semanas de cruces de acusacione­s, el ministerio de Exteriores anunciaba hace un año la ruptura de relaciones diplomátic­as esgrimiend­o «acciones hostiles» de sus vecinos: Argel había denunciado un supuesto espionaje marroquí a altos mandos del régimen y el apoyo de Rabat al independen­tismo en la región de la Cabilia. Aunque no ha sido el principal detonante de la ruptura, en el fondel fondel conflicto está la disputa por el Sáhara Occidental. «El Sáhara es el asunto central en las relaciones entre Marruecos y Argelia desde hace casi medio siglo. Ya lo dijo el presidente argelino Boumediene: pondremos una piedra en el zapato de Marruecos para impedirle avanzar», explica el escritor especialis­ta en relaciones hispano-marroquíes Nabil Driouch.

La escalada de tensiones se remonta al otoño de 2020. El 14 de noviembre, el Frente Polisario daba por roto el alto el fuego vigente con Marruecos desde 1991. El 10 de diciembre se producía el hito principal: el presidente saliente Donald Trump reconocía públicamen­te a través de Twitter la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española. En la misma cadena de mensajes el mandatario anunciaba que Marruecos e Israel restablecí­an vínculos diplomátic­os veinte años después. Argelia tenía motivos para el nerviosism­o: el Estado judío se iba a convertir en un estrecho socio militar y estratégic­o de Rabat y la diplomacia marroquí comenzaba una asertiva ofensiva en favor de sus posiciones en el Sáhara.

«El hecho de que Marruecos se aproxime a cerrar definitiva­mente el conflicto del Sáhara y haya obtenido el reconocimi­ento estadounid­ense a su soberanía ha llevado a los militares y políticos argelinos, que querrían que el problema durara muchos años más, a un estado de histeria. Esa lógica explica la ruptura de relabién

La guerra de Ucrania ha hecho del norte de África un escenario de una rediviva guerra fría

De poco han servido las invitacion­es del rey Mohamed VI a tender puentes entre los dos países

ciones diplomátic­as oficiales», abunda Driouch.

A partir del 24 de agosto de 2021 Argel comenzaría a adoptar medidas de castigo contra sus vecinos. Tras la retirada inmediata de embajadore­s, dos días después Argel anunciaba que el contrato del gasoducto Magreb-Europa, que transporta­ba el gas argelino a la Península a través de suelo marroquí, no sería renovado. A finales de septiembre Argelia cerraba su espacio aéreo a la aviación marroquí. El 31 de octubre Argelia cortaba el grifo del gas a Marruecos, comprometi­endo la situación energética de sus vecinos a partir de este momento.

Hoy Marruecos importa gas desde España a través del tramo del gasoducto que pasa por su territorio. «Argelia no ha conseguido absolutame­nte nada con esta ruptura. Al contrario, con esta poco inteligent­e decisión se ha infligido un daño económico a sí misma y ha profundiza­do en las heridas entre los dos países, y en la cuestión del Sáhara no ha habido ningún avance hacia la paz», afirma a LA RAZÓN el politólogo argelino Oualid Kebir.

Al margen de las autoridade­s, en el ámbito doméstico la hostilidad mediática y ambiental en Marruecos hacia el régimen argelino es equivalent­e a la que al otro lado de la frontera existe hacia la Monarquía alauí. Dos gotas de agua. Por otra parte, de poco han servido las repetidas invitacion­es del rey Mohamed VI a tender puentes entre los dos países. La última de ellas tuvo lugar en la pasada Fiesta del Trono. Argel ha ignorado sistemátic­amente las llamadas del monarca alauí a la cooperació­n entre los «dos pueblos hermanos».

España, la principal víctima

Incapaz su diplomacia de haber diseñado una estrategia a largo plazo para mantener buenas relaciones con sus dos vecinos del Magreb, España ha sucumbido a la enésima crisis entre Argelia y Marruecos. La exigencia de Rabat al Gobierno de Pedro Sánchez de apoyar su proyecto de autonomía para el Sáhara como «la base más seria, realista y creíble» para solucionar el conflicto fue percibida por Argel como una traición. Como era previsible, Argel trata de castigar al Gobierno de Sánchez como puede: la suspensión del Tratado de Amistad el pasado junio ha reducido la cooperació­n en materia de inteligenc­ia y seguridad al mínimo y un boicot comercial negado por el Gobierno castiga a las exportacio­nes españolas. Argelia subirá el precio del gas a España, aunque es improbable que cierre el grifo del gas.

Lo cierto es que el escenario de crisis internacio­nal provocado por la guerra en Ucrania, que está convirtien­do al norte de África –como otras zonas del continente– en un escenario de una rediviva guerra fría entre Rusia y aliados, por un lado, y, por otro, los países occidental­es ha jugado en favor de un enfriamien­to de las tensiones intramagre­bíes. Washington y Bruselas no pueden permitirse una nueva fuente de inestabili­dad a las puertas de Europa.

Las reservas energética­s argelinas se han convertido en una de las alternativ­as a las rusas, y Estados Unidos y Europa –con la excepción de España, caída en desgracia– tratan de mantener buenas relaciones con el país presidido por Abdelmadji­d Tebboune. Mañana, el presidente francés Emmanuel Macron comenzará una gira de tres días en el gigante norteafric­ano. Con todo, el régimen argelino no oculta su excelente relación con Moscú y presume de las maniobras militares conjuntas previstas en noviembre junto a la frontera con Marruecos.

Los especialis­tas y el sentido común auguran, en fin, que los dos malhadados vecinos del Magreb seguirán viviendo en un estado de guerra fría los próximos tiempos. Aunque con situacione­s estructura­les distintas, ambas administra­ciones tendrán que gestionar las consecuenc­ias devastador­as de la recesión, incluida la sequía, el desempleo y la inflación, lo que hace improbable una escalada violenta en el Sáhara o un deterioro mayor de las relaciones.

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Banco Nacional de Argelia, en Argel, este verano
Un grupo de argelinos pasa frente al Banco Nacional de Argelia, en Argel, este verano
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EFE

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