La derrota de Obrador
AbrazosAbrazos no balazos. Esta hasidolapolíticadelpresidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador(AMLO),anteladesbordadainseguridad,sobretodo,producto del crimen organizado dedicado al narcotráfico. Por ejemplo, solamente entre el 10 de agosto y el 14 de agosto pasado, México registró 341 víctimas producto de la violencia. Lo que vive el país, y en especial las regiones donde operan los cárteles de drogas más poderosos, resulta un verdadero infierno. La violenciayaesunproblemaestructural donde el jefe del ejecutivo, y mucho máslosgobiernosregionalesylocales, han perdido el control.
Ciertamente, en la historia contemporánea, la estrategia de enfrentar por las armas al crimen organizado ha sido insuficiente y, en casos específicos, ha sido peor el remedio que la enfermedad. Por ejemplo, en algunos estados donde se dieron de baja a importantes líderes narcotraficantes años atrás, las consecuencias han sido: más víctimas y más empoderamiento de las bandas delictivas; es decir, «por cortarle la cabeza al monstruo, le han salido cien más».
Al mismo tiempo, la estrategia de los gobiernos de «negociar» para mantener una cierta paz en ciudades y municipios concretos le ha permitido al crimen organizado un crecimiento paulatino, infiltrándose además en ciertas esferas de poder.
En este sentido, López Obrador parece haber caído en el peor de los escenarios;unaexperienciadeconfrontación fallida y una flexibilización y cierto acercamiento que finalmente lo ha puesto contra la pared; peor aún, ha puesto contra la pared a los ciudadanos mexicanos que no tienen más opción de convivir con el problema, pasar desapercibido y esperar que algo distinto ocurra para que este cáncer, llamado narcotráfico, termine por desaparecer.Enelcortoplazo,dicho anhelo parece un imposible.
Enfrentar al crimen con el Ejército ha sido insuficiente