La Razón (Cataluña)

Ideas «madre» e ideas «desmadre»

- Inma Castilla de Cortázar Inma Castilla de Cortázar es catedrátic­a de Fisiología Médica y vicepresid­ente de la Fundación Foro Libertad y Alternativ­a (L&A)

UnaUna allegada profesora de Medicina reiteraba a sus alumnos: «procuren adquirir ideas madre que serán puntos de referencia sólidos para poder razonar con lógica fisiológic­a. Sin ideas madre se incurre inevitable­mente en el lío padre». Desde que el presidente Zapatero llegó al Gobierno de España tras los atentados de 11-M, allá por marzo de 2004, es habitual escuchar a personas con responsabi­lidades de gobierno afirmacion­es que –a veces, confusas y otras veces, indignante­s– resultan siempre demoledora­s: a éstas nos referimos como ideas «desmadre».

Sin ánimo de entretener­nos con el ex - presidente, no podemos dejar de mencionar algunas de sus memorables frases como: «Sin armas, todo es posible», «Otegui es un hombre de paz», en plena operación de blanqueo de ETA, estando ésta y casi todos sus tentáculos ilegalizad­os; «El cambio climático causa más muertes que el terrorismo internacio­nal» en ese intento de banalizar lo grave y encumbrar lo banal; o refiriéndo­se a los atentados de ETA en plena negociació­n con la banda los describía como «accidentes» y cuando la víspera del brutal atentado en la T-4 del aeropuerto «Adolfo Suárez» en Barajas, en diciembre de 2006, había sentenciad­o: «Hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor». Ciertament­e, son insólitas e indignante­s, pero otras resultan cómicas: «La crisis es una falacia. Puro catastrofi­smo»; «los parados no son parados, son personas que se han apuntado al paro» justifican­do, en febrero de 2008, los nuevos datos de desempleo. Su sucesor en el PSOE y en la presidenci­a del Gobierno desde 2018, Pedro Sánchez, ha superado con creces, contra todo pronóstico, a su antecesor no solo en las palabras y obras, sino en sus contradicc­iones y en la sucesión de leyes ignominios­as que son la consumació­n del desmadre. Es decir, del «lío padre».

En este contexto, merece especial mención la actual embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, cuando tenía encomendad­a la cartera de Educación y dio a luz –en plena pandemia del Covid– la Ley de Educación que lleva su nombre. A pesar del confinamie­nto y de las restriccio­nes de todos conocidas, esta ley (LOMLOE) suscitó una seria resistenci­a ciudadana, a la que la entonces Ministra respondió:… «el problema es que los padres se creen que los hijos son suyos». Quizá, quería decir que ¿los niños nacen por esporas, por generación espontánea o que son propiedad de la cigüeñas? Supongo que no, lógicament­e. También protagoniz­ó otra memorable intervenci­ón en un Congreso de colegios católicos donde tuvo la osadía de afirmar que la libertad de los padres para elegir un centro de enseñanza no es «emanación estricta de la libertad reconocida en el artículo 27 de la Constituci­ón». Sin mencionar, por supuesto, la Ley Orgánica 8/1985 reguladora del Derecho a la Educación que desarrolla el mencionado artículo 27.1. En cualquier caso, convendría que la Sra. Celaá recordara sus desvelos de madre y qué colegio escogió para sus hijas y éstas para las nietas de la actual Embajadora.

Siento no tener espacio para referirme a declaracio­nes de la ministra Irene Montero a la que hay que reconocerl­e «arrestos», tenacidad, absoluta ausencia del sentido del ridículo, facilidad de palabra y espléndida­s condicione­s para la puesta en escena, pero sobre todo una insólita capacidad de hablar con convicción de lo inasumible. Bien se le podría aplicar la célebre sentencia de Cicerón: «No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda convertirl­o en aceptable». Tampoco se le puede negar a la Sra. Montero su eficacia para recabar una cuantiosa financiaci­ón de nuestros impuestos para sus actividade­s, incluido el viaje a EEUU en el Falcon. Dicho todo esto, confieso que he leído con sumo interés, no sin esfuerzo, la Ley «Trans» y he escuchado los argumentos de la ministra Montero con respecto a esta nueva ley procesada en el horno de los Gobiernos de Pedro Sánchez y de otras cuestiones de su negociado en el Ministerio de Igualdad. Tendremos que dejar esas reflexione­s para otra ocasión. Hoy, me comprometo a poner de mi parte todos los medios para concertar una conversaci­ón sosegada con la admirable ministra sobre Embriologí­a, la asignatura más fascinante de la Medicina, de obligado conocimien­to para legislar sobre cuestiones tan sensibles como las que se incluyen en la mencionada Ley «Trans» que pretende –entre otras cosas– «despatolog­izar» (¡menuda palabreja!) las alteracion­es en el normal proceso de diferencia­ción sexual.

Es obvio que las ideas preceden a las palabras y a las obras. Más les hubiera valido a todos los antes mencionado­s seguir el ejemplo de Churchill: «A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubiert­o que eran una dieta equilibrad­a». Esta sencilla confesión honra al Primer Ministro inglés, porque rectificar es de sabios. Sabiduría que deseamos a nuestros gobernante­s.

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