La Razón (Cataluña)

¿Acudirá Sánchez al auxilio de Díaz?

- Toni Bolaño

ElEl calendario no es un aliado de Yolanda Díaz. Más bien al contrario, las fechas electorale­s avivan unas brasas por la que la cabeza de cartel tiene que caminar descalza. La vicepresid­enta lidera un sector en el que tratan de convivir una ensalada de partidos y uno de ellos, Podemos, está avinagrado y su contacto rechaza a unos, aleja a los más y no agrada a la chef de la gran coalición que trata de cocinar a la izquierda del PSOE sin abandonar la idea de atraer nuevos ingredient­es para condimenta­r su Sumar.

Que el calendario no ayuda lo vimos en Castilla y León y Andalucía. Podemos, otrora, atraía a su lado a grupos regionales y locales de todo tipo. Ahora sucede todo lo contrario, pero Ione Belarra trata de forzar coalicione­s donde Podemos sea el referente, porque los morados se niegan a ser «uno más», justo lo que quiere Yolanda Díaz, porque no se engañen, Díaz da por amortizado a Podemos.

En Valencia y en Cataluña los morados se han extinguido o reducidos a la nimiedad. En el País Vasco, tras las autonómica­s ya no son la piedra filosofal. En Andalucía su división los ha llevado al rincón de pensar. En Extrema dura, Izquierda Unida ha recuperado una posición política que perdió en 2015; en Galicia los herederos de los morados son una entelequia; en La Rioja se ha visto de todo; en Asturias las relaciones no mejoran y en Castilla-La Mancha o Aragón no suenan trompetas triunfador­as.

A pesar de este desolador panorama, Podemos bajo la batuta de Iglesias se resiste a perder protagonis­ta aunque su camino empieza a ir por el pedregal que antes transitó Ciudadanos o, incluso, Convergènc­ia i Unió. Este último partido no existe y sus herederos todavía no han encontrado la brújula, mientras que los primeros vagan como zombis con el alma en pena señalando el camino de la extinción. Las comparacio­nes son odiosas, pero Podemos no es consciente de que tiene el camino marcado. Si no se encuadra con Díaz sus días están contados.

Eso sí, hasta que ese día llegue están dispuestos a ser la piedra en el zapato de la vicepresid­enta. No le vendría mal a Yolanda Díaz que Sánchez moviera pieza en el Ejecutivo. Que provocara una crisis de Gobierno. Eso le permitiría sacar pecho y marcar su impronta. Le permitiría erigirse en la líder que todavía no es. Fue señalada como tal pero al no ser obediente y sumisa a las directrice­s de Pablo Iglesias, el exlíder le hace la vida imposible augurando enfrentami­entos por las listas y agrias discusione­s en la definición del espacio «alternativ­o» de la izquierda. Para afianzar este liderazgo nada mejor que designar a quienes la acompañará­n en la coalición en el Ejecutivo.

Ahora Díaz es una líder sin partido y Podemos es un partido, supuestame­nte,sin líder, esto mucho más evidente. Tiene en su mano Pedro Sánchez lanzarla al estrellato dándole dotes de mando y así, de paso, el PSOE consolida a su aliado de referencia porque muchas alcaldías y algunos territorio­s estarán regidos por la izquierda dependiend­o de la buena salud del espacio antes definido como morado. Si este espacio cae de forma estrepitos­a como en Anda lucía o Castilla y León, el PSOE perderá las municipal es y las autonómica­s, cosa que no es un buen presagio ante las generales.

Yolanda Díaz está empecinada en volver a llevar la política al espacio izquierda-derecha tras el fiasco de la di coto mía arriba-abajo. Un espacio en el que se encuentran más cómodos IU, Compromís y hasta los Comunes de A da Cola u, los principale­s aliados de Díaz en Cataluña que no acaban de superar su propia pandemia que los ha relegado al área metropolit­ana de Barcelona desapareci­endo del resto de la comunidad. El PSOE también está cómodo en el binomio izquierda-derecha y que su socio se avenga al mismo porque esto es indicativo de que volverá la política al territorio y se enterrarán las ideas de Jaimito que han plagado la política territoria­l y municipal de los últimos años. Veremos si Sánc he z acude al auxilio de Yo landa Díaz. Los dos se la juegan.

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