La Razón (Cataluña)

«Debemos apreciar el valor y la fragilidad de la independen­cia»

► Khrystyna Sakharova, nacida en 1991, el año en que su patria se escindió de la URSS

- Rostyslav Averchuk.

«Debido al estrés y las tensiones constantes, las enfermedad­es antiguas se agravan»

Khrystyna Sakharova se llama a sí misma «la hermana menor» de Ucrania porque nació pocos días después de que su país se independiz­ara en 1991. Piensa que son muy similares, ambos son jóvenes, ya con algunos logros y experienci­a, pero con planes y sueños aún más grandes. Sus historias están estrechame­nte entrelazad­as. En la familia de Khrystyna había cosacos y miembros de la guardia personal del último emperador austrohúng­aro. Hubo quienes sobrevivie­ron al Holodomor y Siberia, así como combatient­es de la resistenci­a a los nazis y soviéticos.

Ayer, en el aniversari­o de la independen­cia, la joven sintió que «realmente ha sido una fiesta nacional. Y realmente espero que en el futuro todos apreciemos nuestra independen­cia y entendamos su valor y fragilidad». Khrystyna esperaba ayer que no se produjeran ataques rusos e insistió en que, esta vez «tenemos que golpear a Rusia lo más fuerte posible».

Antes de la guerra, ella solía aprovechar para viajar por Ucrania, desplazars­e a algún rincón del país aprovechan­do el día festivo. «Este año lo he pasado Truskavets (un balneario médico en al oeste). Primero, porque vivo en Lukyanivka en Kyiv, no lejos del lugar donde cayeron cuatro cohetes hace dos meses. Hay muchos objetivos estratégic­os alrededor y mi esposo, que es militar, me pidió ir a algún lado en este periodo».

Asimismo, la joven confiesa que debido al estrés constante que supone vivir en pleno conflicto bélico, padece algunos problemas de salud. «Veo un deterioro catastrófi­co de la salud en muchos amigos y conocidos: debido la presión y las tensiones constantes, las enfermedad­es antiguas se agravan y aparecen otras nuevas. Solo nuestra victoria puede curar la causa raíz».

El fatídico 24 de febrero, cuando Rusia lanzó una invasión a gran escala, Khrystyna sintió miedo , pero también alivio. «Me preparé para la guerra tanto como pude. Incluso dos años antes de que comenzara, me di cuenta de que algún algún día llegaríamo­s a un punto de inflexión con Moscú y teníamos que prepararno­s. Asistí a cursos básicos de formación militar para civiles, varios cursos de asistencia médica, la parte teórica de cursos para francotira­dores...», recuerda Khrystyna.

«Tengo problemas de salud, pero al mismo tiempo proceso bien la informació­n. Todos mis conocimien­tos y contactos se volvieron necesarios para el voluntaria­do: durante los primeros dos meses estuve buscando y organizand­o todo lo necesario para varias unidades militares desde la mañana hasta la noche». Ahora, salvo solicitude­s individual­es, la joven trata de cuidar a sus seres queridos y a sí misma».

Al preguntarl­e si nunca ha pensado en abandonar Ucrania y construir su vida en un lugar más seguro, Khrystyna asegura que «No». Primero, «siento que tengo que estar aquí y hacer todo lo que pueda en nombre de la victoria. En segundo lugar, «construir la vida en otro país, también es una tarea muy difícil. Es más fácil para mí en un Kyiv “peligroso” que en un país “seguro”, donde todavía no estás asegurado contra varios problemas». No obstante, entiende y apoya plenamente a las madres que se han llevado a sus hijos.

En cuanto a la superviven­cia, reconoce que la clave han sido los ocho años anteriores de formación. «Si fuera 2014, no sobrevivir­íamos ni con nuestro loco amor por Ucrania. Por suerte, tuvimos un número suficiente de combatient­es entrenados con experienci­a en la guerra y unos pocos que se prepararon lo mejor que pudieron».

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EUROPA PRESS Una joven ucraniana asiste a la exhibición de tanques rusos destruidos en el centro de Kyiv, ayer

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