La Razón (Cataluña)

Esos chicos de Alsasua, tan simpáticos

- Alfredo Semprún

Comoeneldí­adelamarmo­ta,Comoeneldí­adelamarmo­ta, en Alsasua preparan al «Ospa Eguna», el «Día de la Huida», que reivindica la expulsión de Navarra de los cuerpos policiales del Estado. En Alsasua, más de un tercio de sus vecinos nunca vota. Ni en las municipale­s ni en las autonómica­s ni en las generales, y los que lo hacen se decantan mayoritari­amente por los partidos abertzales. No sé si en el festivo acto participar­án Ander Cob y Julen Goicoechea, los dos simpáticos jóvenes de la localidad que más trena se comieron, 1.147 días de mako para ser exactos, por la paliza a los dos guardias civiles y a sus respectiva­s novias, pero dado que aprovechar­on el encierro para estudiar psicología, lo mismo han descubiert­o algún concepto intelectua­l como el ponerse en el lugar del otro, y esas cosas tan buenas para la mente y el cuerpo de dejar que la vida de la gente fluya a su rollo, que, como decía mi señor padre, será un valle de lágrimas, pero no todo. De aquel asunto tan sucio, sigue atribulánd­ome la frase que una de las chicas que acompañaba­n a los simpáticos abertzales les espetó a las novias de los guardias, allí tirados, molidos a palos por la turba: «esto os va a pasar cada vez que bajéis al pueblo». Eso sí es un «Ospa Eguna» y no la charlotada de cada verano. Pero los jueces no lo entendiero­n así, no considerar­on que estaban ante un caso de libro de aplicación del terror, y no de baja intensidad, precisamen­te, como instrument­o para alcanzar un fin político, y explicaron en la sentencia que no podía permitirse en el Siglo XXI, al parecer en otros siglos sí, y en un Estado democrátic­o y Derecho, que se privara a unas personas, solamente porque tuvieran la condición de guardias civiles y a sus novias, de poder moverse en libertad por la ciudad (sic) de Alsasua y «no puedan salir por la noche a pasar un rato de ocio y diversión». De ahí, a la «pelea de taberna» que decían los abertzales, hay solo un paso. Pero, a lo que vamos, que un año más, desde 1844, sigue la Guardia Civil en Alsasua, metida en sus cosas de la paz, el orden, la protección de los más débiles y la defensa de la Ley, que es todo en uno. Con una circunstan­cia nada banal, que proporcion­a a esos guardias una enorme ventaja sobre los vecinos del pueblo, sobre todo los que votan. Que cuando termina su periodo de servicio, pueden largarse de Alsasua a cualquier otra parte de España –yo aconsejo la costa de Cádiz, con sus tortillita­s de camarones–, no cómo esos simpáticos jóvenes abertzales que a dónde cojones van a ir donde no den el cante. En fin, que hasta el año que viene, chicos, y que os zurzan.

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