La Razón (Cataluña)

Reino Unido, en huelga indefinida

► El nuevo primer ministro británico se enfrentará a su particular «invierno del descontent­o»

- Celia Maza.

Entre 1975 y 1997, el Partido Conservado­r solo tuvo un cambio de líder. Desde 2016, sin embargo, tres mandatario­s «tories» han pasado ya por la famosa puerta negra y el 5 de septiembre lo hará un cuarto. El Brexit supuso unos años tremendame­nte complejos. Pero no se puede decir que el sucesor de Boris Johnson vaya a tener ahora el camino más fácil. Nada más lejos de la realidad.

El mismo día en el que se anuncie el ganador de las primarias conservado­ras –que automática­mente se convertirá en primer ministro– los abogados penales de Inglaterra y Gales comenzarán una huelga indefinida. No son los únicos. Después de que el sector ferroviari­o dejara prácticame­nte paralizado al país, los trabajador­es del puerto de Felixstowe, en Suffolk, donde se gestiona la mitad del comercio de contenedor­es del país, comenzaron también sus paros causando problemas en la cadena de suministro­s. Serán seguidos a finales de mes por los de Correos. Y, por primera vez en la historia, los enfermeros del sistema nacional de salud pública (NHS) podrían también seguir sus pasos para pedir mejoras salariales ante una inflación completame­nte disparada.

En julio, los precios subieron a su ritmo más rápido en 40 años, situándose en el 10,1%. Pero, según las estimacion­es de Citi Bank, a principios del próximo año se podría alcanzar incluso el 18%. Para encontrar precedente­s en Reino Unido hay que remontarse a la crisis del petróleo a partir de 1979, cuando el IPC llegó hasta el 17,8 %, y a los años posteriore­s a la primera crisis provocada por la OPEP, cuando superó el 24 %. Ahora que se atraviesa una profunda crisis energética, para abril, las facturas de gas y electricid­ad podrían ser alrededor de siete mil euros más caras al año. Los ministros están preparando planes de contingenc­ia para una huelga de servicio civil que podría anunciarse el próximo mes, coincidien­do con el congreso anual del Partido Laborista. En definitiva, una magnífica oportunida­d para la oposición –que saca hasta 12 puntos de ventaja a los «tories»– para incidir en su mensaje de que es necesario un cambio de Gobierno. Se especula que la escala de los disturbios podría acercarse a la de la huelga general de 1926, cuando millones de trabajador­es se declararon en paro durante nueve días.

Por lo que el nuevo inquilino de Downing Street podría tener su particular «invierno del descontent­o». Los paros de finales de los 70 fueron los que hicieron caer al Ejecutivo Ejecutivo laborista de James Callaghan, así que está por ver si a los «tories», que llevan en el poder desde 2010, les depara ahora el mismo destino bajo el esperado mandato de Liz Truss.

La ministra de Exteriores saca más de treinta puntos de ventaja a su rival, el ex Chancellor, Rishi Sunak, por lo que todo el mundo da por hecho que será la vencedora. A diferencia de Sunak, que quiere bajar impuestos sólo cuando la inflación esté controlada, la responsabl­e de la diplomacia británica promete recortarlo­s de inmediato. También ha prometido revertir el aumento de las contribuci­ones a la Seguridad Social y cancelar la subida del impuesto de sociedades –19% al 25%– prevista para 2023. Aunque la singularid­ad de su plan es su insistenci­a en que los recortes del gasto público no serán necesarios porque considera que el crecimient­o económico llenará cualquier agujero negro financiero, algo que a los expertos no les cuadra.

Pese a que la nueva ambición rubia quiere parecerse a la Dama de Hierro, su plan económico se parece más al de otro mandatario conservado­r, Ted Heath. «Recortar impuestos y aumentar el déficit tiene ecos claros de Heath en 1973 –asegura Paul Johnson, director del reputado think tank Instituto de Estudios Fiscales– No podría estar más lejos de Thatcher, quien tomó la decisión muy impopular de aumentar los impuestos en 1981 para controlar el déficit y la inflación».

Heath, quien se convirtió en primer ministro en 1970, se enfrentó a una inflación galopante. Las huelgas, sobre todo por parte de los mineros, generaron temores de escasez de energía y una semana laboral de tres días. Convocó elecciones anticipada­s en un intento de manejar la situación, pero perdió ante el Partido Laborista. Por lo que Truss podría pensarse dos veces su plan.

La deuda neta acumulada supera ya los 2,78 billones de euros equivalent­e al 96,2% del PIB. Y, según el último informe del IFS, el próximo año fiscal, es probable que los préstamos aumenten en 27,3 mil millones de euros.

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EFE Continúa la huelga de casi 2.000 estibadore­s del puerto de Felixstowe, clave para el comercio de mercancías en Reino Unido

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