La Razón (Cataluña)

Francia deportará a Hassan, el imán marroquí acusado de incitar al odio

► El Gobierno de Macron, satisfecho: «Es una gran victoria para la República»

- Carlos Herranz. PARÍS

El máximo tribunal administra­tivo, el Consejo de Estado, avala la decisión tomada por Interior

Francia expulsará finalmente al imán Hassan Iquioussen por incitación al odio. La decisión la ha tomado el máximo tribunal administra­tivo del país, el Consejo de Estado, ayer por la tarde tras un periplo judicial en el que magistrado­s parisinos habían bloqueado su expulsión a principios de agosto dictada días antes por el ministerio del Interior galo. Precisamen­te, el titular de Interior de Macron, Gérald Darmanin, no escondía su satisfacci­ón reaccionan­do a la decisión a los pocos minutos de conocerse a través de su cuenta de Twitter donde ha señalado que esto supone «una gran victoria para la República». Interior había ordenado en julio dicha expulsión por un «discurso antisemita especialme­nte virulento» y por unos sermones que llamaban a la «sumisión» de las mujeres a los hombres.

Hassan Iquioussen, de 58 años, nació en Francia pero tiene la nacionalid­ad marroquí, y tenía una fuerte influencia ya que llegaba a decenas de miles de suscriptor­es a través de sus cuentas de YouTube y Facebook desde su casa en el norte de Francia. Sus abogados habían solicitado inicialmen­te con éxito al tribunal de París el bloqueo de la orden de expulsión, alegando que crearía un «daño desproporc­ionado» a su «vida privada y familiar». Hassan Iquioussen habría renunciado a la nacionalid­ad francesa a los 16 años. Afirma, por el contrario, que fue su padre quien le había negado ese derecho, que él habría pedido varias veces, sin éxito. La negativa a renovar su permiso de residencia habría complicado aún más su situación.

Según dijo la semana pasada en el Consejo de Estado un abogado del Ministerio del Interior, Iquioussen «ha difundido durante años ideas insidiosas que son nada menos que una incitación al odio, a la discrimina­ción y a la violencia».

El Gobierno de Macron había insistido durante este verano en que Iquioussen mantenía postulados abiertamen­te antisemita­s, xenófobos, homófobos y contra las mujeres. El propio Darmanin había sentenciad­o que «este individuo no tiene nada que hacer en el territorio nacional». El punto había generado además una polémica política con la izquierda. Darmanin criticó a finales de julio a un diputado de la izquierdis­ta La Francia Insumisa que defendió al imán, algo que achacó a «la descomposi­ción intelectua­l de la extrema izquierda».

El afectado había presentado un recurso de urgencia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburg­o, al conocerse la decisión de Interior francés a finales de julio argumentan­do que la expulsión atenta contra cuatro artículos de la Convención Europea de Derechos Humanos, entre ellos los que garantizan el derecho a la libertad de conciencia y de religión, el derecho a la libertad de expresión y a una vida privada y familiar. Sin embargo, el Tribunal rechazó adoptar medidas cautelares ya que recordó que estas se toman cuando hay un riesgo de «daños irreparabl­es», algo que no percibía en este caso.

Durante los últimos doce meses, el ministerio del Interior galo ha ordenado la expulsión de varios centenares de extranjero­s en situación irregular, ha ordenado el cierre de una veintena de mezquitas y la expulsión de una docena de imanes. La deportació­n de Iquioussen se inscribe en esa estela, cuando el Gobierno de Macron se propone aprobar nuevas medidas represivas contra los delincuent­es extranjero­s y el islam separatist­a. En Francia existen más de 2.200 mezquitas y lugares de culto musulmán. Más de un centenar, financiada­s por Marruecos, Argelia y Túnez, entre otros países musulmanes, son sospechosa­s de actividade­s ilegales.

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