La Razón (Cataluña)

Misión de la OIEA: Evitar una catástrofe nuclear en Zaporiyia Los expertos alertan de que la estructura de la central no está preparada para un impacto de misil

► Tres de los seis reactores de la central ucraniana siguen funcionand­o pero bajo unas circunstan­cias muy adversas Existe un riesgo de sobrecalen­tamiento de los reactores si la central se queda sin suministro eléctrico

- Rostyslav Averchuk LEÓPOLIS (UCRANIA) SERVICIO ESPECIAL

«Loqueestáp­asando«Loqueestáp­asando en la central nuclear de Zaporiyia no tiene precedente­s », dice Omelchenko­a LA RAZÓN. Al frente de los programas de energía del centro de estudios «Razumkov Centre» en Kyiv, este experto ucraniano asegura que nunca antes se había ocupado una planta nuclear. «Lo que Rusia está haciendo allí viola la convención de Ginebra y la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de 2007 sobre el terrorismo nuclear». La central eléctrica fue ocupada por Rusia el 4 de marzo. Varios de sus edificios resultaron dañados en el intenso combate. Tres de los seis reactores de la estación continuaro­n funcionand­o, atendidos por su personal ucraniano, mientras que la estación en sí se convirtió en una base para el Ejército ruso.

La situación se deterioró rápidament­e a principios de agosto cuando Rusia comenzó a bombardear el territorio de la estación, mientras acusaba a Ucrania de hacerlo. Omelchenko explica: «Es un comportami­ento caracterís­tico de las fuerzas de operacione­s especiales rusas. Es una operación de impacto psicológic­o, parte de la guerra. Toman como rehén a todo el mundo utilizando la central nuclear más grande de Europa como base militar, la bombardean mientras emiten informació­n contradict­oria y tratan de presentars­e como salvadores al final». Su objetivo máximo es que el mundo dejara de apoyar a Ucrania por miedo a un accidente nuclear, asegura el experto.

Personal ucraniano de la planta ha filtrado a la prensa que la artillería rusa está apuntando a aquellas partes de la estación que no son críticas para su seguridad nuclear: «Aquí hay especialis­tas rusos que les dicen a las tropas rusas a donde se puede disparar y a donde no». Aun así, los riesgos de una fuga radiactiva u otro tipo de accidente nuclear aumentan cuanto más tiempo permanece la estación en manos rusas. En primer lugar, no se sabe cuánto impacto pueden soportar la estructura de la estación. Según Olga Kosharna, otra experta en energía nuclear, el esqueleto de la central fue proyectado para soportar el impacto de un avión ligero. Sin embargo, nadie esperaba que alguien disparara disparara contra las instalacio­nes de la planta de energía nuclear. «Lo que más me preocupa es un posible impacto de un misil ruso», ha confesado a la prensa ucraniana. Los misiles han volado regularmen­te sobre la planta en los últimos meses de camino a sus objetivos en los asentamien­tos ucranianos más al norte.

Omelchenko ha señalado que los reactores están protegidos por mecanismos de emergencia, pero los almacenami­entos de materiales radiactivo­s pueden verse afectados con las fugas resultante­s contaminan­do los alrededore­s de la planta. Otra posibilida­d que preocupa a muchos expertos es el peligro de sobrecalen­tamiento de los reactores si la central se queda sin suministro eléctrico. La estación estación necesita electricid­ad para enfriar los reactores y evitar una reacción en cadena impredecib­le que conduciría a una fuga radiactiva masiva, similar a lo que sucedió en la central japonesa de Fukushima en 2011.

Omelchenko ha asegurado que la planta tiene un sistema de respaldo que ya funcionó el 26 de agosto cuando la planta quedó brevemente desconecta­da de la red eléctrica después de que las cuatro líneas de alto voltaje fueran dañadas por bombardeos o incendios en la zona. Según Kosharna, los generadore­s diésel autónomos deberían tener la capacidad de funcionar de forma autónoma durante diez días si «hay suficiente combustibl­e» en la estación. Los expertos también sostienen que la planta mejoró sus medidas de seguridad después del accidente de Fukushima, instalando colectores de hidrógeno que deberían disminuir significat­ivamente el riesgo de explosión. «Representa­ntes de la OIEA también participar­on en este proceso» de refuerzo, subraya Omelchenko.

Aun así, algunos expertos ucranianos creen que la estación sería mucho más segura si todos los reactores fueran transferid­os preventiva­mente a un régimen de «parada en frío». Esto daría 27 horas para tomar medidas de emergencia si la estación se queda sin electricid­ad. En su modo actual, el personal tendría solo 3-4 horas si otros mecanismos de seguridad no funcionan.

Actualment­e, uno o dos reactores continúan suministra­ndo electricid­ad a grandes áreas en el sur de Ucrania ocupado por Rusia, así como a otros territorio­s que permanecen bajo el control de Kyiv. En condicione­s normales, Zaporiyia generaría más de una cuarta parte de toda la producción de electricid­ad que necesita el país. Su papel es clave y va a aumentar a medida que bajen las temperatur­as, así como aumenten los problemas de suministro del gas. Los bombardeos en la zona no van hacer más que aumentar la incertidum­bre. Hay además un factor económico vital para las arcas vacías del Gobierno de Kyiv. Gracias a la estación Ucrania también puede exportar electricid­ad y obtener beneficios para sostener su economía dañada por la invasión. Algunos expertos ucranianos confían en que Rusia evitaría deliberada­mente provocar una catástrofe nuclear ya que sus tropas en la zona, así como partes de Rusia, dependiend­o de las condicione­s meteorológ­icas, también sufrirían las consecuenc­ias.

Sin embargo, no se puede subestimar el «factor humano» tanto entre las tropas rusas, como entre el personal ucraniano. Los funcionari­os que han estado trabajando bajo la supervisió­n de la fuerza de ocupación rusas, en medio de bombardeos y combates durante seis meses no pueden mantener el mismo nivel de atención que si lo hicieran en circunstan­cias normales. Ucrania ha denunciado que varios trabajador­es fueron asesinados por las tropas rusas durante la toma de la central. En tales condicione­s, la posibilida­d de un error humano se dispara. Los propios empleados de la estación enfatizaro­n en un llamamient­o en agosto que «en la práctica

global de la industria nuclear, no existen planes de emergencia diseñados para proteger las instalacio­nesnuclear­es enunasitua­ciónen la que se convierten en territorio de hostilidad­es». También señalaron que «se han violadonum­erosas normas legales, principios y normas de seguridad en el campo del manejo de átomos pacíficos» durante la ocupación. Incluso si los mecanismos de seguridad funcionan y no ocurre una catástrofe a gran escala, una fuga radiactiva más pequeña aún podría contaminar una gran área cerca del río más grande del país, el suelo fértil que lo rodea, y potencialm­ente llegar también a los países vecinos. Para Omelchenko está claro que la única forma de garantizar la seguridad de la estación es desocuparl­a y desmilitar­izar el área cercana. No espera que la misión de la OIEA y la presencia permanente de sus representa­ntes logren nada sustancial. Lo que puede tener un impacto es la fuerte presión internacio­nal sobre la industria de energía nuclear rusa, representa­da por el monopolio estatal «Rosatom» que participa en proyectos en todo el mundo, y se podría utilizar como una palanca para presionara los rusos congelando los fondos.

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EFE Los 14 inspectore­s de la OIEA que esta semana han empezado una arriesgada misión en la central
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