La Razón (Cataluña)

Escuchemos la voz de la Creación

- Juan José Omella

HoyHoy en muchos hogares con niños hay muchos nervios y movimiento, todo debe estar listo para mañana. Con inquietud, ilusión y mucha expectació­n, mayores y pequeños esperan el inicio de un nuevo curso escolar. Los niños regresarán a la escuela, donde recibirán muchos estímulos y se harán muchas preguntas. Desde la escuela, tendrán muchas respuestas y se les despertará la curiosidad por todo lo que nos rodea.

Acompañand­o la labor educativa de las familias, la escuela transmite valores sólidos para ayudar a edificar a los hombres y mujeres del futuro que tendrán la responsabi­lidad de gestionar el mundo. Coincidien­do con la llegada del nuevo curso, sería bueno que fuéramos capaces de dibujar y pensar en una casa enorme, la casa común, en la que cabemos todos, y transmitir a los niños y niñas la alegría de vivir en esta casa preciosa, pero que dejará de serlo, si no la respetamos y no la cuidamos, si no descubrimo­s que somos hermanos unos de otros y que la Tierra es un ser vivo.

Desde hace ocho años, el primer día de septiembre la familia cristiana celebra la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación, con la que comienza el Tiempo de la Creación, que finalizará el 4 de octubre con la celebració­n de la memoria de san Francisco de Asís, proclamado patrón de la ecología por san Juan Pablo II en 1979.

Este Tiempo de la Creación quiere ayudarnos, más que nunca, a tomar conciencia del planeta en el que vivimos y de nuestro entorno. Deberíamos reflexiona­r seriamente sobre nuestra relación con la creación, comprometi­éndonos a tener el debido y necesario cuidado. El lema de este año para esta jornada es claro: «Escucha la voz de la creación». La creación sufre y es urgente que escuchemos su clamor. Ante este clamor e intentos de debate sobre la crisis ecológica, a menudo se promueve un silencio que debería preocuparn­os. Cada vez más, la diversidad es menos diversa. Y muchas voces de científico­s y expertos permanecen silenciada­s. Este año, la imagen escogida para esta jornada es una zarza que arde, que nos remite a un pasaje contenido en el libro del Éxodo donde aparece el fuego que no se apaga y que es símbolo de la presencia de Dios. Esta zarza que «ardía sin consumirse» (Ex 3,2) contrasta con el fuego de tantos incendios forestales que hemos sufrido este verano y que agravan el desequilib­rio del entorno. El papa Francisco, en el 2015, en su carta encíclica Laudato si,’ hacía un diagnóstic­o que sigue vigente: «Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generacion­es futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovecham­iento, reutilizar y reciclar.» (LS 22).

Ante la emergencia ecológica que afecta a la vida humana y a la paz de los pueblos, nuestro comportami­ento es fundamenta­l. Si actuamos como una familia, podemos conseguir un impacto real. Cada acción individual no es una acción aislada. Para bien o para mal tiene consecuenc­ias para todos, porque en nuestra casa común todo está conectado.

Queridos hermanos y hermanas, participem­os en este Tiempo de la Creación con iniciativa­s de oración, proyectos de sostenibil­idad y equilibrio natural. Hagamos que nuestros niños crezcan amando la creación, la casa común, donde juegan, donde aprenden y donde se relacionan, porque de todos depende que esta casa se derrumbe o se preserve para las generacion­es futuras. Os animo a escuchar y hacer escuchar con atención la voz de la Creación.

Cardenal Arzobispo de Barcelona

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