Peregrina Millán-Astray y Gasset, la única hija del fundador de la legión
Falleció ayer a los 79 años y será inhumada hoy en el cementerio antiguo de Galapagar
AyerAyer falleció de modo inopinado Peregrina Millán-Astray y Gasset –Palita, en familia–, la única hija del fundador de la Legión, José Millán-Astray. Tenía 79 abriles y debió cargar durante gran parte de su vida con la pesada losa de no haber sido reconocida legalmente desde su nacimiento como hija de su propio padre. Una increíble paradoja a simple vista, pero muy sencilla de entender si se repara en que ella vino al mundo en 1943 como consecuencia de los amores tempestuosos del mujeriego militar con Rita Gasset, sobrina del eminente filósofo José Ortega y Gasset. El fundador de la Legión, amigo íntimo de Franco y procurador en Cortes, estaba desposado entonces con Elvira Gutiérrez de la Torre. Por tanto, había cometido un pecado imperdonable en un régimen que no reconocía el divorcio ni tampoco vislumbraba la nulidad eclesiástica. Nada proclive a los escándalos, Franco diluyó el asunto con el más absoluto sigilo. Pero no pudo evitar ya las habladurías sobre la verdadera paternidad de Peregrina.
Palita, prima hermana de mi suegra, Asunción Gasset Mayorga, sentía rendida admiración por su padre, quien de vez en cuando visitaba al padre de la sobrina nieta de Ortega y Gasset, Ramón Gasset Neyra, en su casa del número 71 de la madrileña calle Velázquez. Millán-Astray se asomaba entonces al umbral de la entrada sin pierna ni brazo, con un ojo de cristal y un oído medio destruido a raíz del disparo recibido en combate en pleno rostro que le dificultaba mantenerse en equilibrio, razón por la cual acudía siempre escoltado por dos legionarios como dos gigantescos estandartes humanos. Contaba Palita que su padre rechazó el título nobiliario que el rey Alfonso XIII le ofreció con todo merecimiento, al contrario que el general Manuel Gasset y Mercader, bisabuelo de mi suegra, designado en su caso por Alfonso XII como marqués de Benzú por su heroica victoria en la batalla del mismo nombre durante la Guerra de África.
Alfonso XIII, «A media luz»
Igual que Alfonso XIII, el general Millán-Astray bebió los vientos por la argentina Celia Gámez. Camuflado bajo el nombre de «Monsieur Lamy», el monarca viajó a París para encontrarse con su diva. «La Perla del Plata», como era ya conocida Celia Gámez, cantó para Alfonso XIII, en público y en privado, el inolvidable tango «A media luz» que la hizo tan irresistible ante sus ojos. Palita admitía siempre que a su padre le gustaban tanto como al soberano las mujeres irresistibles. El amor del general legionario por su única hija era proverbial. Siempre que tenía oportunidad, el militar la sacaba a pasear hasta que se lo impidió su muerte, en 1954. Entre los recuerdos de su niñez, quedó grabada a hierro y fuego la figura de un moro imponente, llamado «el sultán azul», quien seducido por la inocencia de la criatura se ofreció a regalarle lo que quisiera. Y ella, ni corta ni perezosa, le dijo que anhelaba más que nada en el mundo tener un camello. Huelga decir que el africano cumplió su palabra a rajatabla, aunque la pequeña debió contentarse al final con observar de cerca al dromedario arábigo. Peregrina era una buena mujer, creyente y temerosa de Dios, y será inhumada hoy en el cementerio antiguo de Galapagar tras la celebración de un funeral en la parroquia de la Asunción de la misma localidad. Descanse para siempre en paz.