La defensa alimenta a España
► Se impuso a Islandia con autoridad después de dos primeros cuartos aceptables
EspañaEspaña se impuso a Georgia con una victoria que fortalece el crecimiento del equipo. El objetivo en los dos primeros partidos del torneo, la victoria y una inyección de confianza, se ha logrado con creces. La forma en que llegó el triunfo ante los anfitriones evidencia la evolución del bloque, el crecimiento desde la defensa y del trabajo colectivo. Los pilares para pelear en la última semana del campeonato. Willy (14 puntos y 7 rebotes) fue determinante cuando Georgia todavía creía que podía discutir la victoria. Su hermano Juancho está cada vez más a la altura del papel que se le exige y fue también clave en el despegue del tercer cuarto. El resto del equipo tuvo un comportamiento intachable. Hubo intensidad, los doce jugadores anotaron, nueve de ellos sumaron entre seis y catorce puntos, nadie jugó más de 21 minutos... España funciona.
El torneo de verdad arrancaba ante Georgia. Empezando por el aspecto del Tbilisi Arena. De la grada de un torneo sub’16, como lo definió acertadamente el seleccionador turco, se pasó a una cancha casi llena con 8.000 georgianos alentando a los suyos. Scariolo estaba convencido de que sus jugadores, especialmente los debutantes en un gran torneo, se iban a divertir y vaya lo hicieron. Los novatos y los pocos veteranos disfrutaron mucho. Enfrente estaban los anfitriones cuya capacidad de amenaza se basa en dos elementos fundamentales: el clásico Shermadini y sus 2,15 y la animosidad que muestran para atacar el rebote ofensivo. España sufrió ambos factores, pero supo capearlos con una concentración notable y una actitud sobresaliente.
El equipo no contó con la fluidez ofensiva del estreno ante Bulgaria. Esta vez sí había una defensa enfrente. España falló sus seis primeros lanzamientos de tres y si empezó mandando fue por la actividad de Willy. El mayor de los Hernangómez está encantado en su papel protagonista. Está rapidísimo y muy agresivo, dos de los argumentos que incomodaron a Shermadini. La selección fue capaz de olvidarse de los errores del exterior (3/17 en triples al descanso) con un encomiable trabajo colectivo. Esa fue la clave para que las grietas iniciales en el rebote defensivo, con jugadas en las que los georgianos dispusieron hasta de tres lanzamientos, no hicieran demasiada pupa. Las rotaciones aumentaron la intensidad atrás y las amenazas exteriores de los locales fueron muy puntuales. Andronikashvili y un par de triples no hicieron tambalearse a la selección. Georgia llegó incluso a ponerse por delante, pero el mínimo sorpasso no inquietó a España.
Una de las virtudes del equipo nacional es que la mayoría de jugadores se ajustan a los roles asignados y tienen claro qué pueden y qué no pueden hacer. Pradilla es el mejor ejemplo. El ala-pívot comete poquísimos errores cuando está en pista y si además anota como ayer. Su presencia es el reflejo de la actitud de todo el equipo y por eso España volvió a mandar antes del descanso.
Cuando los dos jugadores que están llamados a marcar diferencias, los hermanos Hernangómez, aparecen a la vez, algo que no había sucedido hasta ahora, el equipo adquiere otro aspecto más amenazante. Juancho y Willy tuvieron un arranque explosivo de tercer cuarto. Al pequeño se le vio disfrutando con continuidad por primera vez en pista. Lo de Willy fue una demostración de autoridad en ataque –se hartó a hacer mates– y de actitud en defensa. España se escapó (34-51). La obligada reacción local sirvió para alimentar aún más el ánimo de la selección. El empuje georgiano se quedó en nada con un quinteto con Díaz, ¡qué acierto su recuperación para el torneo!, Rudy, Parra, Pradilla y Garuba. La intensidad, la versatilidad de los tres grandes y la puntería del equipo en este periodo (5/6 en triples) provocaron la escapada definitiva. El crecimiento continúa.