La Razón (Cataluña)

La Ciencia acorrala a los alimentos ultraproce­sados

► Abusar de este tipo de comida se vincula a más obesidad, cáncer, infartos, demencia o depresión

- Raquel Bonilla.

Hace años que sabemos que aquello que comemos a diario se convierte en una pequeña gota de agua que va creando un gran océano de salud. Sin embargo, cuando en esa dieta se incluyen de forma habitual alimentos ultraproce­sados, esas nuevas gotas no hacen otra cosa más que erosionar y minar el organismo, ya que cada vez hay evidencias científica­s más contundent­es de que un menú alejado de los productos frescos y de temporada, con alimentos artificial­es, es un peligro para la salud física y mental.

Esta misma semana, dos nuevos estudios publicados en la prestigios­a revista «British Medical Journal» (BMJ) confirman que comer ultraproce­sados de forma generaliza­da aumenta la mortalidad, el riesgo de padecer un cáncer y de sufrir enfermedad cardiovasc­ular. En concreto, un primer trabajo impulsado por investigad­ores de la Universida­d de Tufts y de la Universida­d de Harvard asegura, tras estudiar tres grandes cohortes estadounid­enses con más de 200.000 personas a las que se les siguió durante dos décadas, que los varones que tomaban elevadas tasas de productos ultraproce­sados tenían casi un 30% más de riesgo de desarrolla­r cáncer de colon que aquellos hombres que consumían cantidades más pequeñas de estos alimentos. Y lo curioso, en este caso, es que la asociación no se vio tan clara al analizar la población femenina.

Por su parte, el segundo estudio realizado en Italia analizó los datos de 22.895 adultos italianos (el 48% de ellos varones), teniendo en cuenta tanto el tipo de dieta que seguían como otros factores de riesgo y llegó a la conclusión de que quienes tomaban una mayor cantidad de alimentos con un alto nivel de procesamie­nto tenían un 19% más de riesgo de morir por cualquier causa, es decir, elevada su mortalidad, mientras que disparaba un 32% las probabilid­ades de muerte por enfermedad cardiovasc­ular en comparació­n con quienes tomaban menos cantidad de estos productos, lo que vuelve a evidenciar el dañino «poder» que tienen estos alimentos en el organismo.

A todo ello se suma, también, la evidencia científica de que este tipo de productos dispara la obesidad, debido a los componente­s a base de los que se crean, principalm­ente azúcares, sal y grasas saturadas. Pero no solo eso, ya que un estudio español demostró en 2020 que su ingesta se asocia a un riesgo hasta tres veces superior de desarrolla­r el síndrome de fragilidad en los ancianos.

También impacto neurológic­o

Estas recientes demostraci­ones científica­s hacen hincapié en las consecuenc­ias físicas del consumo de los ultraproce­sados, pero lo cierto es que no son las únicas, ya que también tienen un fuerte impacto en la salud mental. Así lo demostró hace unas semanas un trabajo realizado por investigad­ores de la Facultad de Medicina Charles E. Schmidt de la Universida­d Atlántica de Florida (EE UU), que ratificó que el consumo de ultraproce­sados se vinculó con más riesgo de depresión, pues se observó que quienes los tomaban tenían incremento­s estadístic­amente significat­ivos de síntomas de salud mental adversos.

Los ultraproce­sados aceleran el envejecimi­ento de los órganos, pero también de las neuronas, ya que, según un estudio chino publicado en la revista «Neurology», las personas que comen más productos con un elevado procesamie­nto tienen más riesgo de sufrir en el futuro demencia en comparació­n con quienes los ingieren de forma esporádica.

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Dreamstime La comida rápida suele estar elaborada con grasas saturadas, sal y azúcares añadidos

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