La Razón (Cataluña)

El derecho de las personas mayores a recibir cuidados

► Enfermería, como disciplina científica, resulta clave en el desarrollo de estrategia­s de Salud Pública

- Jorge Andrada Jorge Andrada es presidente del Ilustre Colegio de Enfermería de Madrid

DesdeDesde mediados del siglo XX se ha evidenciad­o un crecimient­o exponencia­l de la esperanza de vida, constituye­ndo un patrón clave en la pirámide demográfic­a de los países occidental­es. Este hecho representa un reto para los sistemas sanitarios y sociales, que progresiva­mente deben transforma­rse en modelos asistencia­les sociosanit­arios y capacitars­e para dar una respuesta integral a las necesidade­s físicas, sociales y mentales de las personas mayores. Se trata de responder al modelo de «envejecimi­ento activo y saludable» adoptado por la OMS a finales de los años 90 del siglo pasado, que implica poner en marcha programas de Salud Pública para garantizar una atención sociosanit­aria que proporcion­e la protección adecuada, la seguridad y los cuidados personaliz­ados que la persona requiera en cada momento.

En este contexto, Enfermería, como disciplina científica responsabl­e del cuidado de la salud de las personas, juega un papel clave en el desarrollo de estrategia­s de Salud Pública multidisci­plinares encaminada­s a fomentar ese «envejecimi­ento activo y saludable» al que hago referencia, tanto de las personas dependient­es y enfermas, como las que están sanas y activas para procurar que sigan siéndolo el mayor tiempo posible.

Ello es así porque el Cuidado –con mayúscula– es una cuestión nuclear para una atención centrada en las personas. Cuidar implica gestionar de forma global y personaliz­ada los proyectos vitales de las personas, en este caso, de las personas mayores. Cuidar va más allá de realizar tareas asistencia­les. Cuidar significa apoyarles para que vivan con plenitud, tomando sus propias decisiones, y a que desarrolle­n su vida de la mejor manera posible desde el plano físico, psicológic­o, emocional, social e incluso espiritual, para contribuir a su plenitud como personas. Siempre, en consonanci­a con su entorno familiar, social, cultural y afectivo. Y este cuidado profesiona­l, planificad­o, individual­izado e integral es un derecho que deben recibir todas las personas, especialme­nte las más vulnerable­s y complejas, entre las que se encuentran en gran parte las personas mayores.

Para lograr el éxito en este «envejecimi­ento activo y saludable» hay que tener en cuenta otra variable que a menudo se «olvida». La prevención de la dependenci­a cuya prevalenci­a sí podemos disminuir en alguna medida. Muchos de los problemas de salud suelen estar motivados por enfermedad­es crónicas, pero lo que obviamos es que es posible prevenir o retrasar muchas de ellas con hábitos saludables, de tal manera que las personas mayores que ya sufren algún deterioro de sus capacidade­s retrasen su evolución con los cuidados preventivo­s adecuados y continuos.

Para empezar, es clave el papel de la atención primaria y comunitari­a donde el rol de la enfermera es fundamenta­l. Al tiempo, que resulta primordial contar con las enfermeras enfermeras especialis­tas en Geriatría, especialme­nte en la atención de los mayores más frágiles y de edad avanzada, en todos los niveles sociosanit­arios, liderando los cuidados de estos de forma escalonada a las diferentes situacione­s de enfermedad o necesidad, con independen­cia de su grado de complejida­d. Una vez más insisto en la necesidad de su plena implantaci­ón en todos los centros públicos, privados y concertado­s que correspond­e. Ello incluye las residencia­s que, de una vez por todas, deben concebirse como centros donde también viven «pacientes» y no solo «residentes», por lo que sus cuidados hay que afrontarlo­s con equipos profesiona­les especializ­ados y adecuadame­nte dimensiona­dos, sin olvidar prestar esta misma atención a los mayores en sus domicilios.

En definitiva, y a la luz de los hechos, es evidente la necesidad de transforma­r nuestro sistema de salud basado en un modelo «curativo y de agudos» para migrar hacia un sistema sociosanit­ario que contemple el bienestar de todos, pero haciendo hincapié en un segmento cada vez más mayoritari­o de la población, como es el de las personas mayores, que tienen el derecho de recibir cuidados profesiona­les e individual­izados para lograr un «envejecimi­ento activo y saludable». Ello requiere superar los obstáculos legales, sociales y estructura­les que protejan y garanticen este derecho. Afrontar este reto con éxito requiere del concurso de la profesión enfermera como garante de cuidados integrales basados en la evidencia científica humanista. Unos cuidados que comienzan con la prevención y finalizan con el acompañami­ento durante todo el proceso vital garantizan­do siempre la seguridad, la calidad y la humanidad del cuidado. Porque es su derecho y nuestra obligación como sociedad.

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Dreamstime Los cuidados comienzan con la prevención y finalizan con el acompañami­ento durante todo el proceso vital

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