Agosto sanitario
PuedePuede que únicamente sea mi percepción, pero creo que la Sanidad, a pesar de que la pandemia de Covid-19 esté remitiendo, ha tenido en el recién finalizado mes de agosto tanto o más protagonismo en la actualidad nacional que en agostos anteriores.
Se han producido nuevos e injustificables vaivenes del Gobierno con el uso de la mascarilla –en este caso, en los aviones–; se ha aprobado inmunizar a cinco personas con cada vacuna frente a la viruela del mono –nueva polémica entre Gobierno y comunidades autónomas por la lentitud en validar la medida–; las insostenibles listas de espera y los «sobre excesos» de mortalidad han sido de nuevo objeto de titulares en la prensa; la Agencia Española de Seguridad Alimentaria ha visto actualizados sus estatutos –ya podían haber aprovechado para devolverla estructuralmente al Ministerio de Sanidad…–; transcurridos más de dos años desde la aprobación del dictamen de la Comisión de Reconstrucción del Congreso, el Consejo de Ministros ha realizado una primera lectura de lo que se espera que sea la norma que regule el futuro Centro Estatal de Salud Pública –¿en la presente legislatura?–, y, entre otras cuestiones reseñables, este mismo martes se hizo pública la dimisión de la directora general de Farmacia del Ministerio.
El extenso refranero español ofrece numerosas referencias para agosto, por ejemplo: «quien en agosto ara, despensa prepara». Sin embargo, y a tenor de lo acontecido durante el mes pasado, parece claro que nuestro sistema sanitario no está, precisamente, para andarse con refranes.
Como dije en mi último artículo de julio, son muchas las asignaturas que Sanidad tiene pendientes; cuestiones de primer orden a las que todos los agentes del sector piden soluciones tangibles y efectivas con urgencia. ¿Tendremos «despensa» sanitaria antes de que termine este año?