El camino español
Ignacio Rodríguez Burgos
ElEl Camino Español fue la ruta militar, estratégica, que mantuvo en pie las posesiones de la Monarquía Hispánica en el norte de Europa durante dos siglos. Para que los Tercios pudieran defender Flandes debían recorrer el Camino Español que partía en barco desde Barcelona hasta Génova, adentrarse a pie por el Milanesado, zigzaguear por los cantones helvéticos aliados para alcanzar los Países Bajos, tras serpentear entre el Franco Condado y los principados alemanes. Una costosa vuelta desde la Península para llegar a la rica Europa. Todo un rodeo obligado por la animadversión de Francia.
París siempre valió una misa y un largo enfrentamiento. Ahora somos aliados, amigos y socios, pero se impone el negocio. El gas que llega a España, ya sea desde Argelia o el que se desembarca en las regasificadoras de nuestras costas, puede terminar recorriendo el antiguo Camino Español, desde Barcelona a Livorno y hacia el norte, para poner una termia en Alemania, como en el XVII. Macron no está por la labor de abrir zanjas por los Pirineos. Los prefiere intactos para que los metaneros desembarquen el gas en las plantas galas de Dunkerque o de su litoral mediterráneo y trasladarlo a territorio germano, sin intermediarios, o directamente vender su electricidad nuclear. Lo de la solidaridad europea siempre puede esperar.
Además, la senda del Gobierno español para extender en Europa la excepcionalidad ibérica encuentra fuerte oposición entre los técnicos y funcionarios comunitarios, más allá del apoyo que profese la germana Von der Leyen. Los Tercios, ya estuvieran comandados por Alba o por Farnesio, siempre supieron que nada costaba tanto como colocar una pica en Flandes.