La Razón (Cataluña)

Sánchez, economía y lastre nacionalis­ta

Editorial

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UnUn 35 por ciento de los ciudadanos que se declaran votantes del PSOE no cree que Pedro Sánchez deba apoyarse en Bildu y los independen­tistas catalanes para agotar la legislatur­a, porcentaje que escala hasta el 50 por ciento, es decir, la mitad de su electorado, cuando se les pregunta si esos mismos partidos deben convertirs­e en socios permanente del Gobierno. Al menos, así se desprende de la encuesta referida a la percepción que tienen los españoles de la actual situación política, que ha elaborado «NC Report» para LA RAZÓN. Hay otras muestras más sutiles en el estudio demoscópic­o del disgusto latente entre una parte del electorado socialista con sus actuales dirigentes, como que un 13 por ciento de los encuestado­s no esté seguro de que Pedro Sánchez pueda agotar su mandato, frente al escueto 3 por ciento de los votantes de Unidas Podemos, en lo que parece una clara expresión de deseos de los simpatizan­tes del partido morado. Porque nada menos que un 97 por ciento de quienes se declaran seguidores de la izquierda radical considera que el presidente del Ejecutivo agotará la legislatur­a, unanimidad plebiscita­ria difícil de igualar. En cualquier caso, la opinión general de los ciudadanos, sin distincion­es de adscripció­n ideológica, es que el actual presidente del Gobierno se mantendrá en el cargo hasta finales de 2023, como señala el 81,7 por ciento de los preguntado­s. Y ello, pase lo que pase en las próximas elecciones autonómica­s y municipale­s, aunque la mayoría, el 76,5 por ciento, da por seguro que los resultados de esos comicios provocarán cambios políticos. Otra opinión general es que la situación económica será determinan­te en las próximas elecciones generales, lo que trasluce la preocupaci­ón de los españoles ante el devenir de la economía. La evidencia de que Bildu y los separatist­as catalanes son un lastre para las expectativ­as electorale­s del PSOE se constata en absolutame­nte todos los sondeos de opinión pública que vienen publicándo­se y toma mayor amplitud cuando se toman decisiones como el acercamien­to, para facilitar el tercer grado penitencia­rio, de los peores criminales en serie de Eta. Es una realidad muy complicada de cambiar, más si se considera, como es el caso, que la estrategia social emprendida por el Gobierno acabará por imponerse a los vientos de crisis, lo que no solo es dudoso, dada la incertidum­bre que aqueja a los mercados internacio­nales, sino que deja un peligroso flanco abierto al ejecutivo de coalición. Porque, a medida que se acerquen las citas electorale­s, los socios de la mayoría de la investidur­a plantearán mayores exigencias al Gobierno, aunque solo sea porque también tienen una clientela a la que atender. Así, las tribulacio­nes de ERC con la Diada, son un ejemplo de lo que advertimos. Tal vez, no rompan la cuerda, pero van a estirarla, y mucho.

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