La Razón (Cataluña)

Uceda y Roca Rey elevan la mediocrida­d de Sanse

El madrileño corta dos trofeos a un gran toro de El Vellosino y el peruano suma tres en la última del ciclo con una excesiva desigualad­a corrida

- Patricia Navarro.

EnEn horas Roca Rey confirmó su presencia en Sanse después de lo de Bilbao reaparecie­ndo en la plaza de toros de Ronda, con Puerta Grande incluida y fue en este caso Julián López «El Juli», quien no suele fallar, el que causó baja al ser cogido en Palencia. Arrollado por un toro tuvo que pasar allí por la enfermería y con el paso del tiempo la cosa no mejoró. Las pruebas dictaminar­án el alcance, mientras toca el reposo. Uceda, que dejó una buena tarde a principio de temporada en Madrid, vio sus frutos mientras nos acercábamo­s al final de campaña y cogía la sustitució­n.

Hacía tiempo que otras ferias no me dejaban aterrizar por Sanse. Una plaza que he pisado desde la infancia. No fue una buena vuelta. El trato a la prensa, no solo a mí, lo compartimo­s otros compañeros con no poco asombro, resultó lamentable y penoso. Para no volver. La primera parte de la tarde sumó motivos. Al flojísimo y terciado primero le siguió un impresenta­ble y desmochadí­simo segundo que acabó de rematar un eralote

que hizo tercero. Un suma y sigue que daba cuenta de una burda representa­ción de la verdad de la tauromaqui­a, difícil de explicar con los mimbres de ayer. Ni Roca, el huracán Roca Rey ante su temporada estrella lograba salvar lo insalvable.

Uceda hizo el esfuerzo con un primero que era desagradec­ido. Tardo, pasaba por allí el de Vellosino haciéndose el tonto, pero no era de fiar. En cuanto te despistaba­s te pegaba un gañafón.

El cuarto fue el que vino con premio y para resarcirno­s. Una máquina máquina de repetir el de Vellosino con mucha calidad en el viaje. Uceda lo recibió con dos largas de rodillas en el tercio. Era su última bala y fue correspond­ida, porque el toro acudió al engaño todo y más. El madrileño se ralentizó y firmó pasajes de extraordin­ario calado. Algunos le quedaron más amontonado­s, pero en todos dejó poso de ese concepto tan depurado que tiene. Fue conquistan­do pase a pase, muletazo a muletazo y tras la estocada vino el doble premioque le abrió la Puerta Grande. y nos dejó con sabor a toreo del bueno.

El desmochado segundo restaba toda importanci­a a lo que ocurría en el ruedo. El presidente lo mantuvo, a pesar de que pidieron su devolución, y al toro le dio por embestir con nobleza y la fuerza justa. Manzanares se hartó de torearlo con la mano derecha.

Lo cierto es que con el quinto podía haberse justificad­o al tercer pase, porque el toro le hizo un feo por ambos pitones. Manzanares quiso dar la cara y montó faena. La espada le quitó méritos.

El abecerrado tercero de pitones negros no mejoró la cosa a esas alturas de la tarde. Era básicament­e un eral. Impresiona­ba ver tal espectácul­o. Roca lo toreó a placer, pero era poco oponente para tal figurón. Un pinchazo, estocada y la inercia de lo que es trajeron el premio.

Al sexto le arrancó el doble. Su versión huracanada se llevó por delante lo que hiciera falta. Está sobrado. Y así lo demostró ante el noble animal. El triunfo de Roca y la clase de Uceda elevaban la mediocrida­d con la que había empezado el último festejo de Sanse.

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JESUS G. FERIA Uceda Leal y Roca Rey salen a hombros de San Sebastián de los Reyes
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