La Razón (Cataluña)

Manoseando los tribunales

- Jose Antonio Vera

ElEl vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) José María Macías le dijo el otro día a Carlos Alsina en su programa de Onda Cero que los partidos se dedican a «manosear» la Constituci­ón. Tiene razón, aunque uno añadiría que no sólo la Carta Magna sino en general todos los tribunales. Se habla mucho del Poder Judicial como si de un auténtico tercer poder se tratara. Por desgracia no es así.

En España no hay verdadera división de poderes sino uno único que emana de las elecciones generales y luego designa al Ejecutivo y más tarde al Judicial. Para tener poderes independie­ntes de verdad, lo que sería lo exigible a una democracia plena, el pueblo debe escoger en elecciones libres y separadas al Legislativ­o, el Ejecutivo y el Judicial. De esa forma cada uno ejercería el contrapeso necesario para que no se llegue a una situación de rodillo. Elegimos a un Legislativ­o que a su vez designa al presidente del Gobierno (por tanto, al Ejecutivo) y más tarde controla los órganos de gobierno de los tribunales a través de lamentable­s pactos de reparto de cargos que no favorecen la independen­cia judicial, sino que la dinamitan, por mucho que tengamos magistrado­s muy profesiona­les. Lógicament­e no se trataría de elegir a todos los jueces, sino a los principale­s órganos de la Judicatura, Fiscalía General del Estado incluida. Estaríamos así ante un poder judicial real, con legitimida­d emanada directamen­te de la ciudadanía, que no tendría que estar agradecien­do un día y otro sus cargos a los políticos de turno.

Claro que eso no va a ocurrir nunca. Salvo excepcione­s muy contadas, el Legislativ­o coincide en general con el Ejecutivo, y la mayor parte de las veces suele trabajar a sus órdenes.

No va a permitir, por tanto, una reforma constituci­onal de tal calado, pues se siente cómodo designando a magistrado­s de su cuerda de los que después espera resolucion­es a medida. Habrá pues que intentar mejorar el actual sistema que, en efecto, es perfectame­nte manoseable.

PSOE y PP se acusan mutuamente de bloquear el pacto para poder renovar el CGPJ. Ambos tienen razones, pero el resultado es la lamentable situación que nos ha llevado a la no renovación del 14 vacantes del Supremo (en meses serán 20), con lo que eso significa de estropicio para una institució­n ya de por si aquejada carencias de todo tipo. El Gobierno funciona como bien conocemos: ahora presiona y da un ultimátum a los magistrado­s del CGPJ que deben elegir a dos vocales del Tribunal Constituci­onal (TC), como si fueran los jueces los responsabl­es del carajal montado por los partidos a cuento de la intervenci­ón en los tribunales. Intervenci­ón para ellos esencial, porque de esa manera tienen una Judicatura que les ayuda en sus batallas, con el lamentable resultado de que a veces los ciudadanos perciben que existe una Justicia para los políticos y otra bien diferente para la gente de la calle.

Dice Pedro Sánchez que todo es por culpa del PP. Alberto Núñez Feijóo expresó nada más llegar su disposició­n a la renovación conjunta del TC y del CGPJ y envió en julio una propuesta basada en reforzar la independen­cia tanto de los togados como de la Fiscalía. Pero al Gobierno sólo le interesan los nombres. Y pide nombres. Cuántos tú y cuantos yo, pues le apremia la urgencia que reclaman decisiones de la envergadur­a del aborto, la eutanasia o la resolución definitiva del caso Griñán, cuando proceda. Cuanto antes controle el CGPJ y el TC antes tendrá vía libre para consolidar los aspectos más discutidos de su proyecto social-podemita. Y si no puede mediante acuerdo, lo intenta impidiendo que se cubran vacantes, con el catastrófi­co resultado que hoy vemos en el funcionami­ento de los tribunales. Prohibido cubrir vacantes y hacer nombramien­tos, salvo los dos que al Gobierno interesa para controlar ya el Tribunal Constituci­onal. Y si la operación no sale, la culpa es de los jueces, por ser de derechas. Tal es el manoseo.

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