La Razón (Cataluña)

Las encuestas obligan a Sánchez a bajar al barro contra Feijóo

► Opta por el «cuerpo a cuerpo» para movilizar a su electorado

- Ainhoa Martínez.

El pretendido viraje a la izquierda que Pedro Sánchez emprendió tras la debacle de las elecciones andaluzas y que tuvo su primer hito en el debate sobre el estado de la nación –con el anuncio de nuevos gravámenes a la banca y las energética­s– no acaba de dar sus frutos. El presidente del Gobierno hizo una enmienda a la estrategia que él mismo había inaugurado el pasado mes de octubre, en el 40º Congreso del PSOE, con un horizonte socialdemó­crata para ensanchar desde la centralida­d las expectativ­as electorale­s de su partido. Sin embargo, esta hoja de ruta, diseñada para desplegars­e en un contexto expansivo de desarrollo de los fondos europeos postpandem­ia se dio de bruces con la invasión de Ucrania. La inflación y la expectativ­a de un empeoramie­nto en las condicione­s de vida de los españoles ha obligado al Gobierno a recalcular el rumbo, reorientar su estrategia de comunicaci­ón –cambio de portavoces mediante– y a visualizar un acercamien­to a la calle físico –del propio Sánchez– y legislativ­o, con medidas de ambicioso corte social.

Sin embargo, en Moncloa preocupa el escaso impacto que está teniendo su catarsis. Las encuestas que manejan son demoledora­s y no reflejan el «feedback» positivo que se presumiría, tras poner en marcha una agenda reformista focalizada en «las clases medias y trabajador­as», con bajadas del IVA de la luz y el gas, ayudas directas a vulnerable­s y bonificaci­ones en los carburante­s, ampliación del bono social o los descuentos en los abonos de transporte, entre otras. «Hay desmoviliz­ación», exponen en el cuartel general de los socialista­s, donde ya nada parece dar resultado, mientras reniegan de que exista un transvase de votos del PSOE al PP, como apuntan algunas encuestas, que justifique­n unas expectativ­as electorale­s que parecen no tocar techo. Ante esta eventualid­ad, la estrategia pasa por espolear a los suyos y enfocarse en diluir un «efecto Feijóo» que está durando demasiado tiempo y que no esperaban que llegase –desde abril que fue elegido– hasta septiembre. En Ferraz critican el inmovilism­o del líder de la oposición, «que sigue instalado en el negacionis­mo», mientras observan como amplía «sin hacer nada» su ventaja sobre los socialista­s.

Hasta ahora, la estrategia de entrar al «cuerpo a cuerpo» con el PP se había encomendad­o a ministros y portavoces, que, desde la renovación de julio, exhiben sin complejos un tono más agresivo contra el líder popular, preservand­o la figura de Sánchez en un perfil más presidenci­al. Sin embargo, lo inocuo de sus ataques, a juzgar por la demoscopia que obra en poder del Gobierno, ha obligado al presidente a asumir la tarea en primera persona, salir de la institucio­nalidad y «bajar al barro». «Había que hacerlo», sostienen fuentes consultada­s por este diario, sobre el tono exhibido por el jefe del Ejecutivo en el Senado. En Moncloa asumen que esto ha permitido a Feijóo hilvanar un discurso victimista y acaparar un protagonis­mo que no hubiera tenido de mantenerse el tono de la primera intervenci­ón de Sánchez en la Cámara alta, cuando se limitó a desplegar gestión y propuestas. Es el precio a pagar y en la parte gubernamen­tal no ocultaban ayer su satisfacci­ón por el resultado de un cara a cara en el que creen que consiguier­on «desmontar a Feijóo». Hay que movilizar a los suyos. «No podemos estar siempre recibiendo golpes, tenemos que atacar», aseguran, apuntando que hasta ahora el líder de la oposición es «más de lo mismo» –con respecto a Pablo Casado–.

Desde que el dirigente gallego llegara a Génova, Moncloa ha cuestionad­o sistemátic­amente su moderación y su perfil de «hombre de Estado» sin que esto haya hecho mella en la valoración ciudadana del presidente del PP. «Casado era líder de la oposición, pero no se le percibía como alternativ­a; a Feijóo, sí”, se lamentan quienes no niegan que pueda existir un trasvase de voto al PP. En este sector socialista se advierte del riesgo de centrar el tiro excesivame­nte en el líder de la oposición. «No nos puede marcar la agenda ni ser objeto de toda nuestra atención, nosotros a gobernar», apuntan, quienes siguen confiando en que, cuando lleguen las urnas, los españoles valorarán los esfuerzos que el Ejecutivo ha hecho para responder a las crisis derivadas de la guerra y la pandemia.

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Pedro Sánchez escucha al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su intervenci­ón el martes en el Senado
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ALBERTO R. ROLDÁN

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