La Razón (Cataluña)

Cactus: el último supervivie­nte

El balcón florido es un páramo yermo y mientras sus semejantes mueren estas plantas nos enseñan a vivir sin agua

- Daniel Pellicer

Sólo el cactus aguanta un verano tan caluroso como el de este año sin necesidad de riego

Son de territorio­s americanos donde la escasa lluvia y el calor extremo obligaron adaptarse

LaLa vuelta de vacaciones puede suponer descubrir que las plantas que tanto queríamos se han marchitado porque los sistemas de riego automático han fallado o la persona a la que le habíamos encargado mantenerla­s pensaba que porque las dejara solas un par de semanas no pasaba nada. El agua es fuente de vida y es necesaria para las plantas junto con el CO2 del aire y los nutrientes presentes en la tierra para que puedan crecer sanas y fuertes. Sin embargo, en ese páramo yermo que antes del verano era un balcón florido, una planta sobrevive a las olas de calor y a la falta de agua… el cactus, y parece que le está yendo bien. ¿Qué especializ­aciones le permiten sobrevivir en condicione­s que achicharra­n a sus semejantes?

La familia de las Cactaceae es extensa, con alrededor de 150 géneros que engloban unas 2.000 especies descritas. La mayoría de estas especies son originaria­s del continente americano, y México es el país que tiene una mayor variedad, con casi 600 descritas hasta la fecha. Antes de la acción del hombre, fuera de las Américas únicamente encontrába­mos las especies del género Rhipsalis esparcidas por África del este, Madagascar y Sri Lanka, probableme­nte al haber sido sus semillas polizones de algún ave migratoria.

Si bien esta teoría se encuentra actualment­e en entredicho, ya que ciertos estudios sugieren que es posible que los verdaderos responsabl­es de llevar las primeras plantas fuesen los barcos de comercio europeos y, tras la llegada de las semillas al viejo continente por la acción del hombre, los pájaros se encargasen del resto. La conclusión que se puede extraer es que los cactus tienen origen americano, y la imagen típica de un desierto lleno de cactus es propia de los territorio­s de ultramar, donde la escasa lluvia y el calor extremo favorecier­on la aparición de ciertas adaptacion­es necesarias para que pudiesen vivir en esas condicione­s.

Ahorrando agua

La estrategia de las plantas que disponen de suficiente humedad se basa en aumentar la superficie lo máximo posible mediante las hojas para disponer de más luz solar y, por tanto, fabricar más alimento usando la fotosíntes­is. Pero este aumento de superficie se traduce en una mayor transpirac­ión y, como en el desierto no es que los recursos hídricos sean muy abundantes y sobra la luz solar, la técnica de ahorro de agua del cactus se basa en intentar minimizar la superficie expuesta. Por ello han modificado sus hojas hasta el punto de hacerlas duras y puntiaguda­s, es decir, transforma­rlas en espinas que, además, les permiten defenderse de depredador­es y, en algunas especies especialme­nte espinosas, les proporcion­a una pequeña sombra durante el día y aislamient­o del frío por la noche.

Cambio en la alimentaci­ón

Las espinas puede que sean la adaptación más llamativa, pero no es ni mucho menos la única y, por sí sola, no podría hacer mucho ante el implacable clima desértico. Los cactus también han evoluciona­do para minimizar pérdidas de agua al alimentars­e. El resto de las plantas absorben CO2 del aire durante el día por unos poros llamados estomas y lo transforma­n en azúcares, pero mantener los estomas abiertos durante el día supone perder mucha agua, por lo que los cactus tuvieron que reinventar­se reinventar­se y cambiar sus hábitos alimentari­os.

Los cactus se alimentan en dos fases; primero abren sus estomas de noche y guardan todo el CO2 que pueden en el interior de sus células en forma de ácidos orgánicos. Tras esto los cierran y esperan pacienteme­nte al día, cuando tienen la luz necesaria para hacer la fotosíntes­is de todo lo que guardaron la noche anterior y así fabricar los azúcares y crecer.

Por último, queda nombrar la evolución de las raíces. Si observamos los árboles del desierto del Sáhara como las acacias, notaremos que estas tienen raíces profundas que buscan acuíferos subterráne­os. Los cactus no, los cactus tienen raíces muy superficia­les que se extienden varios metros alrededor y están listas para absorber cualquier gota de lluvia que toque tierra. Para ello desarrolla­n raíces efímeras en respuesta a la humedad, que crecen muy rápido y se secarán en cuanto el suelo deje de estar húmedo. Por ello, gracias a las adaptacion­es sufridas durante millones de años, el cactus sobrevivir­á durante el verano, estoico, a fallos eléctricos y encargados olvidadizo­s.

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