La Razón (Cataluña)

Lewandowsk­i cierra las heridas

► Marca tres goles en el feliz comienzo culé en Champions ante el rival más débil del grupo

- J. A.

Lo que necesitaba el Barcelona en la Champions, más que goles era terapia. Y su mejor psicólogo fue Lewandowsk­i. Han sido tantas catástrofe­s consecutiv­as que un tropiezo el primer día podía haber quebrado la confianza que está cogiendo el grupo de Xavi en estos primeros compases de la temporada. La suerte fue que el estreno fue contra el rival más débil del grupo, el Viktoria Plzen, un equipo casi siempre superado por el ambiente, pero que dio dos buenos sustos sin consecuenc­ias. El primero, un penalti, lo anuló el VAR por falta previa y el segundo, el gol que daba un poco de emoción al marcador, lo desactivó enseguida un Dembélé desatado, con una arrancada y un pase que fue una delicia para que lo rematase Lewandowsk­i.

Que es el hombre clave de todo. Si el Barcelona no se arrugó, si no dejó entrar en el Camp Nou al fantasma del pasado fue en parte porque el delantero polaco da al equipo una consistenc­ia que antes no tenía. Hace lo que quiere, manda, se atreve con cosas que le superan, pero es que es un reloj cuando mira la portería contraria. Hizo el segundo y el cuarto con precisión, para poner el balón en una esquina abajo y llegó para rematar el pase de Dembélé en el tercero. Juega sin tener más memoria que sus años en el Bayern y, por ahora, está siendo una bendición para el Barcelona y para lo que quiere Xavi.

El objetivo era empezar la Champions con una victoria y así tener algo almacenado para los dos siguientes choques, contra el Bayern, la semana que viene, y después el Inter. Había que sumar y había que vivir el partido con ilusión y no como una tortura, como el año pasado y el anterior y el anterior.

Lo consiguió el Barcelona porque el rival tuvo miedo antes de salir al campo y después le pasaron por encima. Xavi anunció rotaciones y las hizo: Jordi Alba fue titular en la izquierda; Sergi Roberto, en la derecha; Kessié, en el centro del campo y Ansu Fati, en el ataque. Un equipo con caras distintas y, ojo, sin Gerard Piqué, que salió en la segunda parte. Estos son ahora sus minutos. Koundé fue uno de los centrales y de un salto suyo en un saque de esquina llegó el primer tanto del partido. A partir de ahí, casi todo el camino fue cuesta abajo para el Barcelona, con la pelota y con Dembélé juguetón. Si mantiene esas ganas y si las lesiones de verdad no van a volver, es un jugador para marcar muchas diferencia­s.

Junto a Pedri, un socio ideal para Lewandowsk­i. Por eso al polaco se le ve tan feliz, lejos de Alemania, donde volverá la semana que viene sin nostalgia y con 34 años. Y agarrados a él, todos crecen y el Barcelona cierra heridas.

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EUROPA PRESS Lewandowsk­i marcó tres tantos

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