La Razón (Cataluña)

El despropósi­to del control de precios

- Francisco Marhuenda

NoNo hay nada peor que las ocurrencia­s para un gobierno que tiene que hacer frente a la crisis económica y energética que afecta a Europa. Nuestros españoles son más desfavorab­les, aunque la única ventaja, dentro del desastre, es que nos afecta a todos. El BCE subirá este jueves los tipos y agravará la situación de muchas familias y empresas, pero es necesario enfriar la economía. Una vez más, una crisis, como nos demuestra la Historia, tiene un impacto enorme entre las clases medias y bajas. Es una obviedad que olvidan nuestros políticos. El fuerte endeudamie­nto hará, además, que salgamos más tarde y peor de la actual situación. En este escenario tan volátil y complejo, es bueno no sacar a pasear los viejos tópicos de la izquierda intervenci­onista. Los antecedent­es desde la Antigüedad nos demuestran que las políticas de control de precios son un desastre. El emperador Dioclecian­o lo intentó y provocó la ruina. Al final, el resultado siempre es el contrario del deseado. Lo mismo sucedió en la Unión Soviética y sus satélites. Ni siquiera es positiva como una medida temporal.

Las empresas son las primeras interesada­s en contener los precios, aunque parece que la izquierda radical no quiere entenderlo en esta época marcada por la proximidad electoral. El control de precios es una tentación irrefrenab­le para algunos políticos y no hay duda de que puede resultar atractivo como acción propagandí­stica, pero lo importante, cabe insistir, es saber si resulta útil o no. La inflación no es la consecuenc­ia de la codicia de unos empresario­s que quieren beneficiar­se de forma irresponsa­ble, sino del impacto de unas políticas económicas previas al estallido de la guerra de Ucrania, los problemas de abastecimi­ento y de las cadenas de suministro tras la pandemia y, por supuesto, de la agresión militar de Putin y la subida de los precios de la energía. Las medidas para enfriar la economía son tan arriesgada­s como no hacer nada. Por tanto, la clave es encontrar un escenario de equilibrio. Los datos demuestran que el sector del comercio, tanto las grandes como las pequeñas superficie­s como la distribuci­ón, intenta contener la repercusió­n del incremento de los costes. En este sentido, sería bueno que el Gobierno diera ejemplo e hiciera lo mismo, aunque disminuya la recaudació­n.

«Las medidas para enfriar la economía son tan arriesgada­s como no hacer nada»

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